BLANCANIEVES
Francisco Javier Bernad Morales
PRIMER ACTO
(Salón de un castillo. El rey está sentado en
el trono)
Rey: ¡Qué aburrido es
gobernar! (bosteza ruidosamente)
Siempre
con preocupaciones,
con
decretos que firmar,
pero
dejaré el trabajo
que
ya es hora de cenar.
¡Cocinero!
¡Cocinero!
(Entra un cocinero por la izquierda)
Cocinero: ¿Qué
deseáis, Majestad?
Rey: Rápido, trae la
cena.
Cocinero: Como
mandéis (se vuelve y da dos palmadas)
¡Pinches,
la cena real!
(Entran dos pinches por la izquierda.
Llevan una gran bandeja en la cual sólo hay una cebolla)
Rey (indignado) ¿Cómo? ¿Es esto mi cena?
Cocinero: Los
precios han subido
y
el dinero no nos llega.
Pinche 1º: Así
es. La carne está por las nubes.
Pinche 2º: Y el
pescado no digamos.
.
Rey (amenazador) ¡Fuera! No
quiero veros.
(El cocinero y los
pinches se retiran al extremo de la izquierda. En adelante fingirán que
trabajan, pero estarán atentos a la conversación del rey)
Rey: Llamaré a
mi tesorero
¡Venid,
don José, venid!
(Entra el tesorero por la
derecha. Lleva un gran rollo de pergamino)
Tesorero: ¿Llamabais,
Majestad?
Rey: Sí.
Quiero saber como están las cuentas.
Tesorero: Bien.
Si atendemos a la evolución del IPC,
a las
recomendaciones de la UE
y
consideramos las directrices del FMI...
Rey (le interrumpe furioso): Has
de saber que sólo puedo cenar una cebolla.
¿A qué se
debe eso?
¡Ah!, y
como soy rey moderno,
quiero las
cuentas en euros.
Tesorero (desenrolla el pergamino): Empezaré por los gastos.
En
banquetes, cien mil euros,
otros diez
mil en bailes,
ocho mil
en peluquero,
sesenta
mil en sastre...
Rey: Son los
gastos del gobierno.
No me
aburráis más,
pasemos a
los ingresos.
Tesorero: Bien
fácil es esta cuenta,
pues los
ingresos son cero.
Rey: ¿No se
obedeció mi orden
de crear nuevos
impuestos?
Tesorero: El
pueblo ya no tiene qué comer.
Rey: Entonces,
¿quién tiene dinero?
Tesorero: Sólo
la nobleza es rica.
Rey: Retiraos.
¡Conde Gualberto!,
¡también
vos, don Filiberto!,
ante mí
acudid presto.
(Se
retira el tesorero por la derecha. Por el mismo lugar entran el conde Gualberto
y el vizconde Filiberto. El primero porta una espada y el segundo un hacha. Se
inclinan profundamente ante el rey).
Gualberto: ¿Un
dragón devasta el reino?
Filiberto: ¿O
es que la fiera corrupia
devora gente
de nuevo?
Gualberto: Contad
para exterminarlos
Con la
espada de Gualberto.
Filiberto: Y
el hacha de Filiberto.
Rey: No. Nada
de eso.
Sólo quiero
que me deis
un poquito
de dinero.
Gualberto: Mandadme
conquistar Constantinopla
o, si
preferís, la Mongolia.
Os juré
fidelidad y mi ser os pertenece,
mas mis
riquezas son mías,
las amo más
que a mí vida.
Filiberto: Con
el debido respeto,
igual que mi
hermano pienso.
Y si queréis
un consejo
sin dudar os
lo daré,
pues eso es
gratis, señor.
Majestad,
debéis casaros.
Gualberto: La
duquesa Federica,
nuestra muy
querida hermana,
está soltera
y es rica.
Filiberto: Como
la más linda flor,
así es su
cara de hermosa.
Gualberto: Es
tan grácil y ligera
que parece mariposa.
Pinche 1º (aparte): Pues yo más la
considero
pesada como
una osa.
Filiberto: Como
el más soberbio encaje,
así es de
primorosa.
Pinche 2º (aparte): Es mandona y es
grosera
y además es
vanidosa.
Gualberto: Señor,
si os casáis con ella
cenaréis
carne y pescado.
Filiberto: Y
jamás os faltará
dinero para
el asado.
Gualberto: Y
la princesa tendrá
una madre
muy amorosa.
Cocinero (aparte): Este rey es un
becerro,
se la están
dando con queso.
SEGUNDO ACTO
(Salón del castillo. Federica está sentada
en el trono. Junto a éste hay un gran espejo)
Federica: La
boda se ha celebrado
y, puesto
que el rey es memo,
tengo en mis
manos el reino,
yo lo
gobierno a mi antojo,
todos hacen
lo que quiero
y si alguno
no obedece,
en la cárcel
yo lo encierro.
(Entran
dos damas por la izquierda)
Dama 1ª: ¡Qué
hermosa estáis, Majestad!
Dama 2ª: Nunca
se vio tal beldad.
Federica: Muchas
gracias, Genoveva,
también a
vos, Berenguela.
Dama 1ª: Dicen
algunos malvados
que la
princesa es más bella.
Dama 2ª: Tan
infame comentario
he escuchado
en el mercado.
Federica (enfurecida): ¿Blancanieves
más hermosa?
Quien lo
diga será reo
de traición
y de perjurio,
o será corto
de vista
o tendrá muy
poco seso.
Mas para
salir de dudas,
consultaré
con mi espejo.
Dama 1ª: ¡Muy
bien dicho, Majestad!
Dama 2ª: ¡Habláis
con autoridad!
(Federica
se acerca al espejo, se mira de frente, de costado, se da la vuelta, levanta
los brazos, pone las manos en la cintura)
Federica: Espejito,
espejito,
tú que eres
el más listo,
dime si
acaso es verdad
que una
estúpida princesa
me supera en
la beldad.
Espejo: Te
conozco, Majestad
y te
quisiera engañar,
pero en algo
te equivocas,
además de
ser más bella,
Blancanieves
ta aventaja
también en
inteligencia,
no digamos
en bondad...
Federica (fuera de sí): ¡Basta
maldito espejo!
Y pensar que
por ti di
mas de mil
maravedís,
mi sortija
de rubí
y un ramito
de alhelí.
(Federica
se quita el zapato y golpea al espejo, que huye despavorido por la derecha)
Dama 1ª: ¡Qué
espejo más descarado!
Dama 2ª: Y
además maleducado.
Federica: ¿Es más bella la princesa?
Pues será
por poco tiempo.
Ven aquí, mi
buen Gilberto.
(Entra
Gilberto por la derecha. Lleva un arco en una mano y unas flechas en la otra.
Saluda con una reverencia)
Gilberto: ¿Queréis
que vaya a cazar
una liebre o
un conejo?
¿O preferís
un gran ciervo?
¿Qué queréis
para cenar?
Federica: Algo
te mando matar,
pero no para
cenar,
tampoco para
almorzar...
Gilberto: ¿Aperitivo
quizá?
¿Una paloma
torcaz?
Federica: Todos
los hombres son tontos,
Éste supera
a mi esposo.
Quiero que
vayas al bosque,
que lleves a
la princesa,
y cuando
huela las flores
o cuando
recoja setas,
con puñal o
con ballesta,
la sacudas
un buen golpe
y en el
suelo quede muerta.
Gilberto (horrorizado) ¡Majestad...!
Federica: ¿Cómo?
¿Vacilas?
Obedece y te
daré
para el
fútbol un abono,
una casa en
Torrevieja
y hasta un
saquito de oro.
Mas si no
cumples haré
que las
pirañas del foso
te devoren
todo entero
y que no
quede ni el gorro.
Dama 1ª: ¡Muy
bien dicho, Majestad!
Dama 2ª: Sois
igual que vuestra madre,
que nos
mandó envenenar
al pobre de
vuestro padre.
TERCER ACTO
(Bosque. Árboles, flores, setas, en el
centro una pequeña casa con una silla delante de la puerta. Por la derecha
entran Gilberto y Blancanieves).
Blancanieves: ¡Qué flores
tan olorosas!
¡Ay,
qué fresas tan sabrosas!
¡Qué
setas más venenosas!
(Blancanieves se agacha para coger flores.
Gilberto saca el puñal)
Gilberto: Aprovecho
que no mira
y
le clavo la puntilla.
Mas
¿qué pasa? Yo no puedo
asesinar
a una niña.
Ya
me lo dijo mi madre,
que
con mi buen corazón
nunca
a rico llegaría.
(Blancanieves se levanta y ve a Gilberto
con el puñal en la mano)
Gilberto (casi
llorando): ¡Perdonadme, mi
princesa!
La
reina me lo ha ordenado,
pero
soy un hombre honrado
y
no quiero asesinaros.
Allí
se ve una casita
donde
podéis refugiaros.
Volveré
solo al castillo
y diré que
os he matado.
Blancanieves: Caramba con
Federica.
Tan
buena que parecía.
(Gilberto se marcha por la derecha y
Blancanieves se acerca a la casa)
Blancanieves: Pues esta
debe de ser
la
casa de los enanos.
Las
camas sin hacer,
la
cocina sin fregar,
los
platos sin recoger,
un
pantalón sin lavar
y
hasta el suelo sin barrer.
Son
unos enanos guarros.
(Entran los enanos por la izquierda con sus
palas y sus picos)
Enano 1º: Si no
me equivoco...
Enano 2º: Tenemos
visita.
Enano 3º: Parece
enfadada
Enano 4º: Con
qué cara mira.
Enano 5º: No
hemos hecho nada
Enano 6º: Vámonos
deprisa.
Enano 7º: No
nos salva nadie.
Blancanieves: ¡Vaya enanos
sinvergüenzas!
Sois
una banda de vagos.
Sabed
que soy la princesa
y
que me quieren matar.
Me
tengo, pues, que ocultar,
mas
no me puedo quedar
en
la casa como está,
así
que barredla ya.
Tú
plancha,
tú
lava,
tú
ordena,
tú
friega,
vosotros
haced
la cena.
Yo
me siento a descansar
porque
con tanto mandar
me
comienzo a fatigar.
(Los enanos se afanan en el trabajo.
Blancanieves se sienta. Enseguida aparece el príncipe por la derecha. Camina
lentamente y tarda en ver a Blancanieves)
Príncipe: No
debí venir al bosque
y además
sin escudero.
Ahora no
sé por dónde
podré
volver a mi reino,
se me
acabó la comida,
mi mal no
tiene remedio,
siento que
voy a morir...
Mas una
casita veo,
me
acercaré y pediré
cualquier
cosa menos queso.
(Se
aproxima a la casa y ve a Blancanieves)
Príncipe: ¡Qué
muchacha más hermosa!
¡Buenas
tardes, señorita!
Si fueseis
tan bondadosa
de socorrer
a un hambriento
con un poco
de jamón
y otro
poquito de vino,
cuando
volviera a mi reino
mandaría que
os trajeran
de regalo
una esmeralda
del tamaño
de un melón.
Blancanieves: No
nos queda ya jamón,
pero os
invito a cenar.
(a los
enanos) ¿Lo
habéis escuchado bien?
Poned un
cubierto más.
Príncipe: Gracias
por vuestra bondad.
Después de
cenar me iré,
pero pronto
volveré.
Blancanieves: Aquí
yo os aguardaré
a la
esmeralda y a vos.
CUARTO ACTO
(Salón del castillo. Federica está sentada
en el trono igual que en el segundo acto. A su lado, el espejo).
Federica: Problema
solucionado,
he
matado a Blancanieves
y
aquí nadie se ha enterado.
A
ver que dice el espejo,
espejo
desvergonzado.
(Se acerca al espejo)
Espejito,
espejito,
tú
que eres el más listo,
dime
si acaso es verdad
que
una estúpida princesa
me
supera en la beldad.
Espejo: Pues
mira que eres pesada,
Blancanieves
te aventaja
en
hermosura y bondad,
en
casa de los enanos
muy
alegre viviendo está.
Federica: No te
doy un zapatazo
porque
tengo mucha prisa.
El
cazador me ha engañado.
Blancanieves
está viva.
Eso
pasa por ser buena
y
pagar adelantado.
No
queda duda, yo misma
tendré
que hacer el trabajo.
¡Genoveva!
¡Berenguela!
presto,
venid, os espero.
(Entran
las dos damas por la izquierda)
Dama 1ª: Buenas
tardes, Majestad.
Dama 2ª: ¿La
familia cómo está?
Dama 1ª: Me
han contado en el mercado
que a la
princesa han matado.
Dama 2ª: La
condesa Guillermina
se lo dijo a
una vecina.
Federica: ¡Basta
de hacerse las tontas!
Vuestra
ayuda necesito,
pues un
veneno maligno
que se
mezcle con la sopa,
con el
postre o con las tortas,
he de dar a
Blancanieves
para ver si
ya se muere.
(Las
damas salen por la izquierda y vuelven con una olla. La colocan en el suelo y
luego se unen a la reina formando un corro. Durante el conjuro, cada vez que
mencionan un ingrediente hacen como si lo echaran en la olla).
Las tres: Retipití,
tipitá,
el veneno a
preparar,
con las
lenguas de los gatos
y las patas
de los gallos,
un buen
salchichón con ajo
y la cola de
un lenguado,
con coliflor
y con nabo
y con la
sangre de un sapo,
pimentón y
pan rallado.
Retipití,
tipitá,
Blancanieves
va a palmar.
Federica: Mil
gracias amigas mías.
Ahora una
roja manzana
bañaré con
esta salsa
y disfrazada
de vieja
engañaré a
la princesa
Dama 1ª: Nunca
se vio, Majestad...
Dama 2ª: Una
idea tan genial.
QUINTO ACTO
(La casa de los enanos. Blancanieves está
sentada a la puerta)
Blancanieves: Comienzo
ya a sospechar
que el
príncipe no vendrá,
que una cosa
es prometer
y otra muy
distinta dar,
y si bien
quiso cenar
nunca tuvo
la intención
de volver
para pagar.
(Entra
por la izquierda la reina disfrazada de vieja)
Federica: ¡Hola,
joven bondadosa!
Esta pobre
anciana llega
fatigada y
sudorosa
y necesita
un refresco,
naranjada o
coca cola.
Si además de
ser tan bella
fuerais
también generosa.
Blancanieves: Con
gusto yo os dejaré
que saquéis
agua del pozo.
Perdonad que
no os ayude,
mas si
trabajo me canso.
Federica: En
premio a vuestra bondad
esta manzana
tomad.
(La
reina le ofrece la manzana. Blancanieves la coge con desconfianza).
Blancanieves: Un
poco madura está.
¿No habrá
caducado ya?
Federica: Puedes
morder sin temor,
sentirás un
gran dulzor,
un saludable
frescor
y un
agradable sabor.
(Blancanieves
muerda la manzana y cae al suelo).
Federica (con malvada alegría): Me
libré de Blancanieves.
(Por la
izquierda entran los enanos. Vienen del trabajo).
Enano 1º: Blancanieves
en el suelo.
Enano 2º: Y
muy pálida la veo.
Enano 3º: Un
síncope o un mareo
Enano 4º: El
sentido arebató
Enano 5º: A
la princesa del cuento
Enano 6º: Decid,
anciana gentil
Enano 7º: ¿Qué
ocurrió con Blancanieves?
Federica: ¿Qué
sé yo?
Una manzana
mordió
y muerta al
suelo cayó.
(Entra
el príncipe por la derecha. Tarda en darse cuenta de la presencia de los enanos
y de la reina).
Príncipe: No
sé si debí venir.
Sin esa gran
esmeralda
que sin
pensar prometí
quizá la
bella muchacha
no me quiera
recibir.
(Ve a
Blancanieves)
Príncipe: Mas
¿Qué veo?
Blancanieves
en el suelo.
Enano 1º: Eso
ya lo dije yo.
Príncipe: Y
muy pálida la veo.
Enano 2º: Repite
lo que yo hablé.
Príncipe: Un
síncope o un mareo.
Enano 3º: Este
príncipe está lelo.
Príncipe: El
sentido arrebató.
Enano 4º: ¡Ya
no lo aguanto! ¡Pardiez!
Príncipe: A
la princesa del cuento.
Enano 5º: Como
pregunte a la anciana
le sacudo
con la azada.
Príncipe: Decid,
anciana gentil.
Enano 6º: Sólo
sabe repetir
lo que ya se
oyó decir.
Príncipe: ¿Qué
ocurrió con Blancanieves?
Federica (enfadada): Eso ya se
preguntó.
¡Harta estoy
de contestar!
(Sin
que nadie lo note entra el rey por la derecha acompañado por el espejo y por un
soldado)
Rey: ¿En esta
casa decía
que se
oculta la princesa?
Espejo: Os
lo aseguro.
Rey: Escondámonos
aquí
y observemos
lo que pasa.
(Se
esconden tras unos árboles)
Federica: A
la princesa es verdad
que acabo de
envenenar
y a
vosotros, sin dudar,
porque no me
delatéis,
de aquel
árbol que allí veis
mañana os
haré colgar.
Enano 7º: ¡Madre
mía! Si es la reina.
Perdonadnos,
Majestad.
(El rey
se adelanta al centro de la escena)
Rey: ¿Así que
habéis abusado
del tierno
amor que os profeso
y mientras
que yo confiado
os entregaba
el gobierno
a mi hija
habéis matado?
Federica: No
lo toméis tan a pecho,
que tampoco
es para tanto.
Rey (al soldado): Condúcela
a una mazmorra,
del castillo
la más honda,
registra sus
aposentos
y dame todas
sus joyas.
Soldado: ¡Date
presa, Majestad!
La reina
tras una reja,
¡Ay! Qué
gran felicidad.
Príncipe: Me
han dicho que algunas veces
si se besa a
una princesa,
aunque
parezca ya muerta,
muy pronto
se recupera.
Rey: Nada se
pierde en probar.
(El
príncipe se inclina y besa a Blancanieves. Ésta abre los ojos y se levanta)
Rey: ¡Anda!
Pero si es verdad.
BLANCANIEVES
Francisco Javier Bernad Morales
PRIMER ACTO
(Salón de un castillo. El rey está sentado en
el trono)
Rey: ¡Qué aburrido es
gobernar! (bosteza ruidosamente)
Siempre
con preocupaciones,
con
decretos que firmar,
pero
dejaré el trabajo
que
ya es hora de cenar.
¡Cocinero!
¡Cocinero!
(Entra un cocinero por la izquierda)
Cocinero: ¿Qué
deseáis, Majestad?
Rey: Rápido, trae la
cena.
Cocinero: Como
mandéis (se vuelve y da dos palmadas)
¡Pinches,
la cena real!
(Entran dos pinches por la izquierda.
Llevan una gran bandeja en la cual sólo hay una cebolla)
Rey (indignado) ¿Cómo? ¿Es esto mi cena?
Cocinero: Los
precios han subido
y
el dinero no nos llega.
Pinche 1º: Así
es. La carne está por las nubes.
Pinche 2º: Y el
pescado no digamos.
.
Rey (amenazador) ¡Fuera! No
quiero veros.
(El cocinero y los
pinches se retiran al extremo de la izquierda. En adelante fingirán que
trabajan, pero estarán atentos a la conversación del rey)
Rey: Llamaré a
mi tesorero
¡Venid,
don José, venid!
(Entra el tesorero por la
derecha. Lleva un gran rollo de pergamino)
Tesorero: ¿Llamabais,
Majestad?
Rey: Sí.
Quiero saber como están las cuentas.
Tesorero: Bien.
Si atendemos a la evolución del IPC,
a las
recomendaciones de la UE
y
consideramos las directrices del FMI...
Rey (le interrumpe furioso): Has
de saber que sólo puedo cenar una cebolla.
¿A qué se
debe eso?
¡Ah!, y
como soy rey moderno,
quiero las
cuentas en euros.
Tesorero (desenrolla el pergamino): Empezaré por los gastos.
En
banquetes, cien mil euros,
otros diez
mil en bailes,
ocho mil
en peluquero,
sesenta
mil en sastre...
Rey: Son los
gastos del gobierno.
No me
aburráis más,
pasemos a
los ingresos.
Tesorero: Bien
fácil es esta cuenta,
pues los
ingresos son cero.
Rey: ¿No se
obedeció mi orden
de crear nuevos
impuestos?
Tesorero: El
pueblo ya no tiene qué comer.
Rey: Entonces,
¿quién tiene dinero?
Tesorero: Sólo
la nobleza es rica.
Rey: Retiraos.
¡Conde Gualberto!,
¡también
vos, don Filiberto!,
ante mí
acudid presto.
(Se
retira el tesorero por la derecha. Por el mismo lugar entran el conde Gualberto
y el vizconde Filiberto. El primero porta una espada y el segundo un hacha. Se
inclinan profundamente ante el rey).
Gualberto: ¿Un
dragón devasta el reino?
Filiberto: ¿O
es que la fiera corrupia
devora gente
de nuevo?
Gualberto: Contad
para exterminarlos
Con la
espada de Gualberto.
Filiberto: Y
el hacha de Filiberto.
Rey: No. Nada
de eso.
Sólo quiero
que me deis
un poquito
de dinero.
Gualberto: Mandadme
conquistar Constantinopla
o, si
preferís, la Mongolia.
Os juré
fidelidad y mi ser os pertenece,
mas mis
riquezas son mías,
las amo más
que a mí vida.
Filiberto: Con
el debido respeto,
igual que mi
hermano pienso.
Y si queréis
un consejo
sin dudar os
lo daré,
pues eso es
gratis, señor.
Majestad,
debéis casaros.
Gualberto: La
duquesa Federica,
nuestra muy
querida hermana,
está soltera
y es rica.
Filiberto: Como
la más linda flor,
así es su
cara de hermosa.
Gualberto: Es
tan grácil y ligera
que parece mariposa.
Pinche 1º (aparte): Pues yo más la
considero
pesada como
una osa.
Filiberto: Como
el más soberbio encaje,
así es de
primorosa.
Pinche 2º (aparte): Es mandona y es
grosera
y además es
vanidosa.
Gualberto: Señor,
si os casáis con ella
cenaréis
carne y pescado.
Filiberto: Y
jamás os faltará
dinero para
el asado.
Gualberto: Y
la princesa tendrá
una madre
muy amorosa.
Cocinero (aparte): Este rey es un
becerro,
se la están
dando con queso.
SEGUNDO ACTO
(Salón del castillo. Federica está sentada
en el trono. Junto a éste hay un gran espejo)
Federica: La
boda se ha celebrado
y, puesto
que el rey es memo,
tengo en mis
manos el reino,
yo lo
gobierno a mi antojo,
todos hacen
lo que quiero
y si alguno
no obedece,
en la cárcel
yo lo encierro.
(Entran
dos damas por la izquierda)
Dama 1ª: ¡Qué
hermosa estáis, Majestad!
Dama 2ª: Nunca
se vio tal beldad.
Federica: Muchas
gracias, Genoveva,
también a
vos, Berenguela.
Dama 1ª: Dicen
algunos malvados
que la
princesa es más bella.
Dama 2ª: Tan
infame comentario
he escuchado
en el mercado.
Federica (enfurecida): ¿Blancanieves
más hermosa?
Quien lo
diga será reo
de traición
y de perjurio,
o será corto
de vista
o tendrá muy
poco seso.
Mas para
salir de dudas,
consultaré
con mi espejo.
Dama 1ª: ¡Muy
bien dicho, Majestad!
Dama 2ª: ¡Habláis
con autoridad!
(Federica
se acerca al espejo, se mira de frente, de costado, se da la vuelta, levanta
los brazos, pone las manos en la cintura)
Federica: Espejito,
espejito,
tú que eres
el más listo,
dime si
acaso es verdad
que una
estúpida princesa
me supera en
la beldad.
Espejo: Te
conozco, Majestad
y te
quisiera engañar,
pero en algo
te equivocas,
además de
ser más bella,
Blancanieves
ta aventaja
también en
inteligencia,
no digamos
en bondad...
Federica (fuera de sí): ¡Basta
maldito espejo!
Y pensar que
por ti di
mas de mil
maravedís,
mi sortija
de rubí
y un ramito
de alhelí.
(Federica
se quita el zapato y golpea al espejo, que huye despavorido por la derecha)
Dama 1ª: ¡Qué
espejo más descarado!
Dama 2ª: Y
además maleducado.
Federica: ¿Es más bella la princesa?
Pues será
por poco tiempo.
Ven aquí, mi
buen Gilberto.
(Entra
Gilberto por la derecha. Lleva un arco en una mano y unas flechas en la otra.
Saluda con una reverencia)
Gilberto: ¿Queréis
que vaya a cazar
una liebre o
un conejo?
¿O preferís
un gran ciervo?
¿Qué queréis
para cenar?
Federica: Algo
te mando matar,
pero no para
cenar,
tampoco para
almorzar...
Gilberto: ¿Aperitivo
quizá?
¿Una paloma
torcaz?
Federica: Todos
los hombres son tontos,
Éste supera
a mi esposo.
Quiero que
vayas al bosque,
que lleves a
la princesa,
y cuando
huela las flores
o cuando
recoja setas,
con puñal o
con ballesta,
la sacudas
un buen golpe
y en el
suelo quede muerta.
Gilberto (horrorizado) ¡Majestad...!
Federica: ¿Cómo?
¿Vacilas?
Obedece y te
daré
para el
fútbol un abono,
una casa en
Torrevieja
y hasta un
saquito de oro.
Mas si no
cumples haré
que las
pirañas del foso
te devoren
todo entero
y que no
quede ni el gorro.
Dama 1ª: ¡Muy
bien dicho, Majestad!
Dama 2ª: Sois
igual que vuestra madre,
que nos
mandó envenenar
al pobre de
vuestro padre.
TERCER ACTO
(Bosque. Árboles, flores, setas, en el
centro una pequeña casa con una silla delante de la puerta. Por la derecha
entran Gilberto y Blancanieves).
Blancanieves: ¡Qué flores
tan olorosas!
¡Ay,
qué fresas tan sabrosas!
¡Qué
setas más venenosas!
(Blancanieves se agacha para coger flores.
Gilberto saca el puñal)
Gilberto: Aprovecho
que no mira
y
le clavo la puntilla.
Mas
¿qué pasa? Yo no puedo
asesinar
a una niña.
Ya
me lo dijo mi madre,
que
con mi buen corazón
nunca
a rico llegaría.
(Blancanieves se levanta y ve a Gilberto
con el puñal en la mano)
Gilberto (casi
llorando): ¡Perdonadme, mi
princesa!
La
reina me lo ha ordenado,
pero
soy un hombre honrado
y
no quiero asesinaros.
Allí
se ve una casita
donde
podéis refugiaros.
Volveré
solo al castillo
y diré que
os he matado.
Blancanieves: Caramba con
Federica.
Tan
buena que parecía.
(Gilberto se marcha por la derecha y
Blancanieves se acerca a la casa)
Blancanieves: Pues esta
debe de ser
la
casa de los enanos.
Las
camas sin hacer,
la
cocina sin fregar,
los
platos sin recoger,
un
pantalón sin lavar
y
hasta el suelo sin barrer.
Son
unos enanos guarros.
(Entran los enanos por la izquierda con sus
palas y sus picos)
Enano 1º: Si no
me equivoco...
Enano 2º: Tenemos
visita.
Enano 3º: Parece
enfadada
Enano 4º: Con
qué cara mira.
Enano 5º: No
hemos hecho nada
Enano 6º: Vámonos
deprisa.
Enano 7º: No
nos salva nadie.
Blancanieves: ¡Vaya enanos
sinvergüenzas!
Sois
una banda de vagos.
Sabed
que soy la princesa
y
que me quieren matar.
Me
tengo, pues, que ocultar,
mas
no me puedo quedar
en
la casa como está,
así
que barredla ya.
Tú
plancha,
tú
lava,
tú
ordena,
tú
friega,
vosotros
haced
la cena.
Yo
me siento a descansar
porque
con tanto mandar
me
comienzo a fatigar.
(Los enanos se afanan en el trabajo.
Blancanieves se sienta. Enseguida aparece el príncipe por la derecha. Camina
lentamente y tarda en ver a Blancanieves)
Príncipe: No
debí venir al bosque
y además
sin escudero.
Ahora no
sé por dónde
podré
volver a mi reino,
se me
acabó la comida,
mi mal no
tiene remedio,
siento que
voy a morir...
Mas una
casita veo,
me
acercaré y pediré
cualquier
cosa menos queso.
(Se
aproxima a la casa y ve a Blancanieves)
Príncipe: ¡Qué
muchacha más hermosa!
¡Buenas
tardes, señorita!
Si fueseis
tan bondadosa
de socorrer
a un hambriento
con un poco
de jamón
y otro
poquito de vino,
cuando
volviera a mi reino
mandaría que
os trajeran
de regalo
una esmeralda
del tamaño
de un melón.
Blancanieves: No
nos queda ya jamón,
pero os
invito a cenar.
(a los
enanos) ¿Lo
habéis escuchado bien?
Poned un
cubierto más.
Príncipe: Gracias
por vuestra bondad.
Después de
cenar me iré,
pero pronto
volveré.
Blancanieves: Aquí
yo os aguardaré
a la
esmeralda y a vos.
CUARTO ACTO
(Salón del castillo. Federica está sentada
en el trono igual que en el segundo acto. A su lado, el espejo).
Federica: Problema
solucionado,
he
matado a Blancanieves
y
aquí nadie se ha enterado.
A
ver que dice el espejo,
espejo
desvergonzado.
(Se acerca al espejo)
Espejito,
espejito,
tú
que eres el más listo,
dime
si acaso es verdad
que
una estúpida princesa
me
supera en la beldad.
Espejo: Pues
mira que eres pesada,
Blancanieves
te aventaja
en
hermosura y bondad,
en
casa de los enanos
muy
alegre viviendo está.
Federica: No te
doy un zapatazo
porque
tengo mucha prisa.
El
cazador me ha engañado.
Blancanieves
está viva.
Eso
pasa por ser buena
y
pagar adelantado.
No
queda duda, yo misma
tendré
que hacer el trabajo.
¡Genoveva!
¡Berenguela!
presto,
venid, os espero.
(Entran
las dos damas por la izquierda)
Dama 1ª: Buenas
tardes, Majestad.
Dama 2ª: ¿La
familia cómo está?
Dama 1ª: Me
han contado en el mercado
que a la
princesa han matado.
Dama 2ª: La
condesa Guillermina
se lo dijo a
una vecina.
Federica: ¡Basta
de hacerse las tontas!
Vuestra
ayuda necesito,
pues un
veneno maligno
que se
mezcle con la sopa,
con el
postre o con las tortas,
he de dar a
Blancanieves
para ver si
ya se muere.
(Las
damas salen por la izquierda y vuelven con una olla. La colocan en el suelo y
luego se unen a la reina formando un corro. Durante el conjuro, cada vez que
mencionan un ingrediente hacen como si lo echaran en la olla).
Las tres: Retipití,
tipitá,
el veneno a
preparar,
con las
lenguas de los gatos
y las patas
de los gallos,
un buen
salchichón con ajo
y la cola de
un lenguado,
con coliflor
y con nabo
y con la
sangre de un sapo,
pimentón y
pan rallado.
Retipití,
tipitá,
Blancanieves
va a palmar.
Federica: Mil
gracias amigas mías.
Ahora una
roja manzana
bañaré con
esta salsa
y disfrazada
de vieja
engañaré a
la princesa
Dama 1ª: Nunca
se vio, Majestad...
Dama 2ª: Una
idea tan genial.
QUINTO ACTO
(La casa de los enanos. Blancanieves está
sentada a la puerta)
Blancanieves: Comienzo
ya a sospechar
que el
príncipe no vendrá,
que una cosa
es prometer
y otra muy
distinta dar,
y si bien
quiso cenar
nunca tuvo
la intención
de volver
para pagar.
(Entra
por la izquierda la reina disfrazada de vieja)
Federica: ¡Hola,
joven bondadosa!
Esta pobre
anciana llega
fatigada y
sudorosa
y necesita
un refresco,
naranjada o
coca cola.
Si además de
ser tan bella
fuerais
también generosa.
Blancanieves: Con
gusto yo os dejaré
que saquéis
agua del pozo.
Perdonad que
no os ayude,
mas si
trabajo me canso.
Federica: En
premio a vuestra bondad
esta manzana
tomad.
(La
reina le ofrece la manzana. Blancanieves la coge con desconfianza).
Blancanieves: Un
poco madura está.
¿No habrá
caducado ya?
Federica: Puedes
morder sin temor,
sentirás un
gran dulzor,
un saludable
frescor
y un
agradable sabor.
(Blancanieves
muerda la manzana y cae al suelo).
Federica (con malvada alegría): Me
libré de Blancanieves.
(Por la
izquierda entran los enanos. Vienen del trabajo).
Enano 1º: Blancanieves
en el suelo.
Enano 2º: Y
muy pálida la veo.
Enano 3º: Un
síncope o un mareo
Enano 4º: El
sentido arebató
Enano 5º: A
la princesa del cuento
Enano 6º: Decid,
anciana gentil
Enano 7º: ¿Qué
ocurrió con Blancanieves?
Federica: ¿Qué
sé yo?
Una manzana
mordió
y muerta al
suelo cayó.
(Entra
el príncipe por la derecha. Tarda en darse cuenta de la presencia de los enanos
y de la reina).
Príncipe: No
sé si debí venir.
Sin esa gran
esmeralda
que sin
pensar prometí
quizá la
bella muchacha
no me quiera
recibir.
(Ve a
Blancanieves)
Príncipe: Mas
¿Qué veo?
Blancanieves
en el suelo.
Enano 1º: Eso
ya lo dije yo.
Príncipe: Y
muy pálida la veo.
Enano 2º: Repite
lo que yo hablé.
Príncipe: Un
síncope o un mareo.
Enano 3º: Este
príncipe está lelo.
Príncipe: El
sentido arrebató.
Enano 4º: ¡Ya
no lo aguanto! ¡Pardiez!
Príncipe: A
la princesa del cuento.
Enano 5º: Como
pregunte a la anciana
le sacudo
con la azada.
Príncipe: Decid,
anciana gentil.
Enano 6º: Sólo
sabe repetir
lo que ya se
oyó decir.
Príncipe: ¿Qué
ocurrió con Blancanieves?
Federica (enfadada): Eso ya se
preguntó.
¡Harta estoy
de contestar!
(Sin
que nadie lo note entra el rey por la derecha acompañado por el espejo y por un
soldado)
Rey: ¿En esta
casa decía
que se
oculta la princesa?
Espejo: Os
lo aseguro.
Rey: Escondámonos
aquí
y observemos
lo que pasa.
(Se
esconden tras unos árboles)
Federica: A
la princesa es verdad
que acabo de
envenenar
y a
vosotros, sin dudar,
porque no me
delatéis,
de aquel
árbol que allí veis
mañana os
haré colgar.
Enano 7º: ¡Madre
mía! Si es la reina.
Perdonadnos,
Majestad.
(El rey
se adelanta al centro de la escena)
Rey: ¿Así que
habéis abusado
del tierno
amor que os profeso
y mientras
que yo confiado
os entregaba
el gobierno
a mi hija
habéis matado?
Federica: No
lo toméis tan a pecho,
que tampoco
es para tanto.
Rey (al soldado): Condúcela
a una mazmorra,
del castillo
la más honda,
registra sus
aposentos
y dame todas
sus joyas.
Soldado: ¡Date
presa, Majestad!
La reina
tras una reja,
¡Ay! Qué
gran felicidad.
Príncipe: Me
han dicho que algunas veces
si se besa a
una princesa,
aunque
parezca ya muerta,
muy pronto
se recupera.
Rey: Nada se
pierde en probar.
(El
príncipe se inclina y besa a Blancanieves. Ésta abre los ojos y se levanta)
Rey: ¡Anda!
Pero si es verdad.
Chicos, ¿os
queréis casar?
Blancanieves: No
corras tanto, papá,
que lo tengo
que pensar.
Enano 1º: Se case o no
Enano 2º: ¿Qué
importa ya?
Enano 3º: Volverá
a su palacio
Enano 4º: Y
viviremos en paz
Enano 5º: Sin
nadie que nos mande
Enano 6º: Barrer,
limpiar y fregar
Enano 7º: Una
alegría tan grande
tenemos que celebrar.
(Todos
bailan)
Chicos, ¿os
queréis casar?
Blancanieves: No
corras tanto, papá,
que lo tengo
que pensar.
Enano 1º: Se case o no
Enano 2º: ¿Qué
importa ya?
Enano 3º: Volverá
a su palacio
Enano 4º: Y
viviremos en paz
Enano 5º: Sin
nadie que nos mande
Enano 6º: Barrer,
limpiar y fregar
Enano 7º: Una
alegría tan grande
tenemos que celebrar.
(Todos
bailan)
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