Al
hablar utilizamos continuamente variaciones en la altura tonal de la voz,
con lo que conseguimos dar expresividad al discurso. La eficacia de la
comunicación dependerá en gran medida de las inflexiones, entonaciones,
pausas, la dicción... que utilicemos. Los estados de ánimo quedan
reflejados de forma clara en la variación del tono.
Una vez
aprendida la técnica vocal, hay que hacer hincapié en este tipo de factores
que dan calidad a la expresión
Para
modular la voz utilizaremos ejercicios en los que se pedirá al paciente la
expresión de un mismo mensaje con diferentes entonaciones, recurriendo a
cambios a la altura de la voz. Lo hará de forma interrogativa, exclamativa,
con enfado, con sorpresa, con indiferencia, con timidez, como exigencia,
con dudas...
IMPOSTACIÓN
En esta
etapa del tratamiento, se trata de obtener el máximo aprovechamiento de los
resonadores naturales. El paciente aprende a dirigir el sonido, estimular
la zona palatal y adoptar las posiciones adecuadas de la musculatura
blanda.
Inés
Bustos define la impostación como la acción de “colocar la voz en la caja
de resonancia a fin de que, con el mínimo esfuerzo posible, se obtenga un
máximo rendimiento fonatorio”.
Para
lograr la mayor resonancia posible en la voz, en primer lugar tenemos que
localizar el tono óptimo conversacional. Hay varias formas de
identificarlo, por ejemplo por medio del sonido de la tos, o de un bostezo,
o del asentimiento, o mediante el alargamiento de una vocal en una frase
breve. Si nos basamos en la tos, bostezo... debemos asegurarnos de no hacer
una demostración al paciente, para que este no imite nuestro tono. Lo mejor
es que lo haga de forma espontánea durante la sesión y estemos atentos para
captarlo. Una vez identificado el tono, podemos trabajar 3 ó 4 tonos por
encima y por debajo en los ejercicios de modulación de la voz. Excepto en
la rehabilitación de cantantes, en la que habrá que extenderse según las
posibilidades de su voz.
El
paciente debe realizar en ese tono óptimo los ejercicios que le enseñarán a
dar la mayor resonancia a su voz.
Algunos
ejercicios son:
- Emitir
una “m” mantenida ahuecando bien la boca por dentro, creando espacio
para el sonido. Debe utilizar el soplo abdominal, aunque el movimiento
de las paredes abdominales debe ser casi imperceptible. Al hacerlo, se
debe fijar en las sensaciones vibratorias que se producen en la cara y
en la colocación de los órganos de la boca cuando la resonancia es
adecuada (en especial del velo del paladar). El suelo de la boca debe
permanecer relajada para poder realizar correctamente el ejercicio, y
no debe producirse un ataque vocal duro.
- Una
vez que emite correctamente la “m”, empezamos con las combinaciones
silábicas con “m”. En primer lugar la “o” o por la “u”, con lo que el
ejercicio sería la repetición de “moom moom moom” o “muum muum muum”
- Lo
siguiente sería la pronunciación más breve y normalizada de estas
sílabas (colocar la m y cambiar enseguida a la vocal)
- Después
de impostar con la “m”, puede intentarse con la “n” de la misma
manera, para pasar a continuación a la “l”
- Emisiones
de cinco sílabas, sustituyendo la m inicial por “br”, “cr” o “zr” (bra
- bre - bri - bro - bru)
- Algunos
cantantes utilizan este primer sonido impostado (mmm o moom) para
anteponerlo a frases cortas como apoyo para la impostación de las
frases. De tal forma que el ejercicio sería: “mmm, me llamo Pepe, mmm
estoy a gusto...”
- También
se pueden hacer combinaciones de vocales en el mismo tono.
A medida
que la voz adquiere resonancia y el esfuerzo se minimiza, podemos empezar a
trabajar con el volumen, haciendo ejercicios en que esta suba o baje. Hay
que vigilar que la técnica fonatoria sea adecuada en todo momento.
Por último,
podemos hacer ejercicios que abran paso al aprendizaje de la modulación de
la voz, emitiendo sonidos a distinta altura tonal. Podemos utilizar el
legato, que consiste en pasar de un sonido a otro en la misma espiración.
Se suele hacer con las vocales pasando del grave al agudo sin interrumpir
el sonido, o con sílabas. O incluso los mismos ejercicios de impostación
citados antes pueden variarse jugando con la variación de notas dentro de
los 3 ó 4 tonos por encima y por debajo del óptimo.
Como colofón,
se pueden utilizar canciones sencillas y trabajar la impostación en la voz
cantada.
LA
ARTICULACIÓN
No todos
los métodos de reeducación trabajan sobre la dicción y la articulación. Los
que lo hacen se basan en que la voz hablada debe ir dirigida a que el mensaje
oral se escuche y se comprenda bien.
La
dicción, entre otras cosas depende de la calidad del sonido y de la
resonancia. Requiere también un movimiento correcto de los órganos
articulatorios (labios, lengua, mandíbula y velo del paladar). Se trabaja
por medio de la lectura de textos con complicación progresiva y el ensayo
de diferentes tipos de discurso. Si es necesario, se utilizarán praxias
bucofonatorias.
También
se puede practicar la lectura con un lápiz entre los dientes, la lectura a
distintas velocidades o los trabalenguas.
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