martes, 26 de noviembre de 2019

ARTE DE HABLAR Y EL ARTE DE DECIR

ARTE DE HABLAR Y ARTE DE DECIR.  

José Luis Ramírez




Hablar y decir no es lo mismo, aun cuando son interdependientes. Hablar es actuar, un acto intransitivo; decir es hacer, que supone transitividad. De la diferencia entre hablar y decir se derivan dos concepciones complementarias de la retórica. El autor de este artículo afirma que el «arte de hablar» exige una perpectiva fundamentalmente antropológica. La retórica se convierte así, en competencia con la filosofía, en una ciencia fundamental que influye en todo conocimiento humano de cualquier índole, pero especialmente el conocimiento práctico que supone la deliberación sobre nuestras actuaciones y el planteamiento y resolución de nuestros problemas.
Después de más de un siglo de incomprensión y desprecio asistimos desde hace dos decenios a lo que podría llamarse el renacimiento de la Retórica. El interés por la vieja disciplina aumenta día a día a ritmos diferentes según los países. Nuevas instituciones, actividades y pu-blicaciones que propugnan la restauración de los estudios retóricos van surgiendo en estos momentos de transición tanto secular como histórica entre la sociedad postindustrial y lo que llaman sociedad de la información. Vivimos sin embargo en unos tiempos en que la chrêmatistikê, el espíritu financiero, y la retórica del Mercado dominan nuestra vida y nuestro pensar de una manera inevitable. Como en el siglo de la Sofística, estamos expuestos a un uso de la retórica de variopintas intenciones.
El dar nombre a algo no implica sin más que ese algo conlleve una descripción o una definición clara y unívoca. Cuanto más frecuente es el uso de una denominación concreta, más probabilidad hay de que vaya adquiriendo sentidos diferentes. La denominación de retórica no se aplica a algo que pueda definirse o delimitarse sin más. La retórica es un lugar, un topos -por usar un término retórico-, una especie de hogar que reúne en su torno narraciones diferentes, o un parque de recreo en el que cada uno juega su juego. El filólogo noruego Øivind Andersen publicó en 1995 uno de los mejores libros sobre la evolución y los diferentes aspectos de la retórica que hayan visto la luz durante los últimos años. Ha dado el autor nórdico a su libro el sugestivo título de "En la pradera de la retórica» (I retorikkens hage, Andersen [1995]). La comparación entre la retórica y una pradera en la que proliferan plantas y flores de diversas especies y en donde muchos tipos diferentes de actividades pueden tener lugar, es sumamente acertada y ha inspirado el subtítulo de mi artículo.
Hablar y decir
Para ir distinguiendo especies en la pradera de la retórica, voy a empezar por distinguir entre el hablar y el decir y, con ello, entre dos concepciones -ciertamente coordinadas, mas no por ello menos diferentes- de la retórica como arte de hablar y como arte de decir. Elegir la primera concepción implica acercarse a la filosofía y a la psicolinguística, mientras que la segunda nos conecta con la ciencia de la literatura o estilística y con la semiótica.
Hablar y decir parecerán quizá expresiones respectivamente sinónimas y ciertamente el uso cotidiano las intercambia e iguala. Pero si alguien dice, por ejemplo: «El Jefe del Gobierno habló en la televisión ayer» y un interlocutor responde preguntando: «Y ¿qué dijo?», esta pregunta carecería de sentido si el hablar y el decir significaran exactamente lo mismo. Hablar es en efecto hacer uso de una facultad, decir es usar esa facultad en un acto de expresión concreta, empíricamente apreciable. Esto hace relación a la distinción aristotélica entre prãxis y poíesis a la que volveré más adelante. Naturalmente que nadie puede hablar sin decir o formular expresiones concretas en una lengua concreta y ningún ser viviente puede decir nada concreto sin poseer la facultad de hablar. No obstante, hablar y decir son aspectos diferentes del acto concreto de hablar, dando esto lugar a sectores de estudio y análisis diferentes.
La retórica ha venido a concentrarse cada vez más, durante los siglos transcurridos desde su creación, en el aspecto del decir, más bien que en el aspecto del hablar. Haciendo otra distinción más, es de notar también cómo el análisis de lo dicho, que propiamente es objeto de la poética y de la estilística, ha atraído mayor interés que el estudio del propio decir. Durante el siglo XIX, el interés de los estudiosos de la retórica se concentró casi exclusivamente en la teoría de las figuras, a despecho de las otras partes de la retórica (inventio, dispositio, elocutio, memoria, etc.). Lo primero en el conocimiento es lo último en el ser. Yo quiero hacer resaltar aquí el aspecto hablante como fundamentador del aspecto dicente y el acto de decir como creador de lo fácticamente dicho. Dicho en orden inverso: distingo entre el arte y su producto, la acción de pintar del cuadro pintado, haciendo así que el interés por lo especialmente dicho quede en tercer lugar; pero además doy prioridad al acto de hablar como tal sobre el acto de decir, retrotrayendo así la comprensión de la retórica a su origen genuino que es el habla, la oralidad.
El origen de la retórica como materia de estudio se halla ceñido a una paradoja, pues resi-diendo dicho origen, de un lado, en la facultad humana de hablar, no se convierte propiamente en objeto de estudio hasta que el alfabeto y la lengua escrita han quedado establecidas, convirtiendo al acto de hablar en algo no sólo audible, sino visible, analizable y planificable. Gracias a la lengua escrita surge la reflexion sobre el hablar que lleva el nombre de Retórica. Lo cual hace a la retórica como disciplina depender de la lengua escrita de un modo que atenta a la esencia de la retórica misma, pues la lengua hablada es el uso directo de una facultad humana y con ello una acción, mientras que la escritura (especialmente la escritura alfabética inventada 700 años antes de Cristo) es una tecnología. En este hecho reside la tecnificación de la retórica y su transformación en instrumento de manipulación. «La invención de la imprenta, con ser importante, no es fundamental, si se compara con la invención de las letras», escribe Hobbes en su Leviatán. Sin lengua escrita, ni la imprenta ni la ciencia habrían surgido, ni mucho menos se habrían divulgado. Por eso califica Walter J. Ong (Ong [1982]) a la escritura como tecnología y no sólo como técnica. Lo que diferencia a la tecnología de la mera técnica, según Neil Postman (Postman [1992]) es que la técnica, el mero uso de un instrumento, resuelve problemas determinados y realiza tareas previstas, mientras que la tecnología va más alla de nuestras intenciones, transformando las estructuras que determinan nuestra forma de pensar y de actuar. Con la técnica hacemos algo, la tecnología en cambio hace algo con nosotros. Lo cual no supone que el lenguaje escrito no tenga que ver con la retórica, pero una comprensión propia y profunda de la retórica supone el restablecimiento de la lengua hablada como el fundamento a partir del cual también se comprende la lengua escrita. La alfabetización, que tantas ventajas aporta a la humanidad, transforma radicalmente, al mismo tiempo, nuestra mentalidad.
Cuando Ferdinand de Saussure creó su teoría linguística partió también de la lengua hablada como fundamento último. Pero sin el descubrimiento del concepto de fonema y sin la creación de un alfabeto fonético la linguística habría sido imposible. La lingüística saussuriana vino así a ser una teoría semiológica, una teoría de la langue, no una teoría de la parole. La teoría lingüística de Saussure adolece de una contradicción interna entre la pareja Significante/significado y la pareja lengua/habla a la que he dedicado mi atención en un texto en lengua sueca titulado «El parto del sentido» (Meningens nedkomst, Ramírez [1995b]).

El doble sentido de la palabra arte
A la ambigüedad de la retórica entre el hablar y el decir hay que añadir otra ambigüedad en el propio concepto de retórica considerada como arte. Por arte entendemos unas veces la habilidad o competencia que se adquiere mediante el ejercicio y que se manifiesta en la actividad, aun cuando el que la realiza no siempre sea capaz de dar cuenta de ella. Otras veces, sin embargo, al hablar de arte nos referimos a un conocimiento objetivado, a una descripción de cómo se crea un producto de cierta índole o cómo se produce un efecto de carácter previsto. Este último concepto del arte se convierte fácilmente en una técnica, es decir en un sistema explícito de reglas de acción para lograr algo. Nuestra palabra "técnica» procede precisamente, no sin motivo, de la palabra griega correspondiente al arte (téchne). El arte puede así referirse bien al conocimiento o bien a lo conocido, ora al conocimiento que alguien posee, ora a un conocimiento acerca de algo. El conocimiento como actividad se da en individuos humanos concretos, mientras que lo conocido adquiere una existencia propia extrapersonal, transmisible y acumulable al ser formulado sobre todo gracias a la escritura.
Si la retórica ha de ser considerada como un arte, cabe entonces preguntarse si nos estamos refiriendo a la habilidad personal y espontánea en el hablar o bien al conocimiento reflexionante acerca de en qué consiste esa habilidad (el conocimiento del conocimiento). El texto de la Retórica de Aristóteles se inicia justamente señalando el hecho de que se puede ser buen retórico sin siquiera ser consciente de ello, de la misma manera -esto ya no lo dice Aristóteles sino Molière- que aquel personaje que había escrito en prosa toda su vida sin saber lo que era la prosa. Todos los seres humanos -dice el Estagirita- se esfuerzan por argumentar y sostener afirmaciones, por defenderse o acusar. La mayor parte lo hace irreflexivamente o por un hábito que reside en su carácter. Pero si podemos hacer una cosa espontánea o incons-cientemente -continúa el filósofo griego-, podremos también, por supuesto, reflexionar sobre cómo lo hacemos y crear un método de acción, teorizando así sobre el modo en que logramos nuestro fin, tanto si actuamos espontáneamente como si lo hacemos por hábito. Y todos admitirán -añade- que un conocimiento de esa índole puede denominarse arte (Aristoteles Rhêt. {1354 a 6-12}). El arte espontáneo debería, no obstante, considerarse como el arte propiamente dicho, mientras que la teorización de un arte correspondería más bien a lo que se denomina una ciencia práctica(1)Así sucede cuando Quintiliano prescinde de la palabra ars y utiliza la expresión scientia bene dicendi, para referirse a la retórica (Andersen [1995] pág. 16). También los romanos hablaban de rhetorica docens y rhetorica utens, para distinguir la teoría, que se aprende en el aula, del conocimiento que se adquiere mediante el ejercicio (Andersen [1995] pág. 12). El profesor danés de retórica Jørgen Fafner habla de «retórica» y de «ciencia retórica» para distinguir entre la facultad de hablar bien y el saber objetivo acerca de ello.
Mi punto de partida, por lo tanto, es que la Retórica considerada como disciplina se ocupa de investigar teórica o, si se quiere, científicamente el arte de hablar. Damos sin embargo con frecuencia el nombre de retórica al arte de hablar bien, como si hubiese además un arte de hablar mal. Un «arte de hacer algo bien» es una redundancia, pues -como Aristóteles dice al comienzo de su Ética a Nicómaco {1094a, 1-2}- «Todo arte y toda investigación y, de la misma manera, toda acción y toda elección, parecen orientarse hacia algo bueno». El crimen perfecto es, por lo tanto, una acción censurable, bien realizada sin embargo dentro de su género. Esto es así porque lo bueno, en discrepancia con la opinión platónica, puede decirse de muchas maneras (Aristóteles, Ética a Nicómaco {1096a 23 ss.}.
Pero una investigación teórica acerca de un arte puede a su vez dar lugar a dos actitudes científicas que suelen denominarse ciencia descriptiva y ciencia normativa. No es lo mismo describir que prescribir. La Retórica comparte esa ambigüedad científica con la Lógica. Al incluir el arte el buen resultado en su propio concepto, podemos preguntar si estudiamos un arte para describir cómo se practica algo o para prescribir esa práctica. Nos hallamos ante la diferencia entre el ser y el deber ser del arte. Hacer de la retórica una técnica, estipulando un sistema de reglas que aplicamos conscientemente en determinadas situaciones de habla, es una tentación que ha dado y da todavía lugar a muchos cursos y a muchos manuales de retórica. Por otra parte sabemos, sin embargo, que aquello que mejor hacemos lo hacemos inconscientemente y por hábito. Cuando la técnica domina sobre el arte, cuando aceptamos de antemano una regla de acción, somos víctimas de un fundamentalismo que contradice sus propias intenciones. Pues la finalidad de la retórica debiera ser la de contribuir, mediante una reflexión consciente, a alcanzar una habilidad de actuación que no necesite seguir regla alguna. Se trata de asimilar, no de acumular conocimiento.
Esto significa que la retórica no tiene por qué crear técnicas que dicten modos de actuar en situaciones previstas, todavía no actualizadas. Lo que sí hace es proporcionarnos reflexiones y experiencias que son aprovechables para las situaciones concretas, a menudo imprevistas, que se presenten. Esas reflexiones y experiencias pueden quizá asemejarse a las reglas técnicas, pero no son más que meros consejos o advertencias. Se trata de recomendaciones o indicaciones de aquello que debe tenerse en cuenta o aquello en lo que se debe pensar para actuar en situaciones futuras(2). Es empero la propia situación la que determina lo conveniente. Esto actualiza la consideración del concepto griego de kairós. Como dice el catedrático de retórica danés Christian Kock: «La materia concreta y la situación concreta determinan la totalidad del discurso en cuestión, la cual a su vez determina sus partes. Solamente comprendiendo lo que es el kairós puede el retórico producir una expresión en la que las partes sean el todo, una acción coordinada y relevante para una situación». «No es buena retórica seguir un procedimiento fijo, con un inventario fijo de figuras y recursos retóricos».
También yo he estudiado la función del concepto de kairós en un contexto semejante (Ramírez [1995a] pág. 166 ss.). Tras el concepto de kairós - que Christian Kock relaciona con un uso empírico prudente y yo con la prudencia en la elección y en la actuación-, se oculta el concepto aristotélico de frónêsis, que es la virtud intelectual de la prudencia en el obrar, el buen juicio. Sería interesante considerar por qué Aristóteles llamaba a la Retórica téchnê y no frónêsis, pero ello nos apartaría demasiado de nuestro razonamiento. Todo estudioso de retórica debe saber que todo discurso muestra mucho más de lo que dice. Mi lectura de Aristóteles me hizo comprender -aunque el Filósofo no lo diga explícitamente- que la retórica es frónêsis, prudencia en el uso de la palabra, y no mera téchnê o habilidad oratoria. Ello reside en la propia naturaleza del arte, tal y como yo la he descrito antes. Lo que hace artista a un pintor de cuadros no es su conocimiento de la técnica del color y del uso de los pinceles y otros instrumentos, que desde luego son conocimientos útiles para él. El arte propiamente dicho reside en la prudencia de utilizar esas técnicas y esos instrumentos para dar expresión a aquello que el artista, aquí y ahora, desea expresar. La retórica que Aristóteles calificó de téchnê no es algo que haya que seguir al pie de la letra, sino algo que hay que utilizar con prudencia para lograr un buen resultado. El arte elige la técnica y el uso adecuados. Y ese uso prudencial supone que la propia técnica se va ampliando y perfeccionando, mediante nuevas intuiciones y nuevos ejemplos. Se trata pues más bien de heurística que de metodología. Pero para distinguir entre lo que se quiere expresar y el modo concreto o material de expresarlo es necesario tener clara la distinción conceptual entre el hacer y el obrar o actuar, que en terminología aristotélica es distinguir entre poíêsis y prãxis. Pero esa distinción ha desaparecido con la instrumentalización nuestra mentalidad y de nuestra cultura (Ramírez [1995])(3).
El hombre, animal retórico
Cinco principios fundamentales, que yo llamaría aspectos o caminos de investigación, propone Jørgen Fafner para lograr una comprensión amplia y adecuada de la retórica: la concepción de lo humano, la concepción de lo que es el lenguaje, la credibilidad (pístis), la habilidad (que yo llamo arte) y la oralidad (Fafner [1997]). Es un esquema muy útil al que me adhiero sin reservas. El primer principio o aspecto, el principio antropológico de la retórica, encaja bien con la concepción que yo sostengo de la retórica como disciplina fundamental. La tesis de partida para esta concepción antropológicamente fundamentada de la retórica puede encontrarse en un lugar tan leído como mal meditado y analizado de la Política de Aristóteles {1253a 7-18}:
«Está claro por qué razón el ser humano es un animal social en mayor medida que cualquier abeja o cualquier animal gregario: la naturaleza no hace -como es usual decir- nada en vano y entre los animales solamente el ser humano está en posesión de lógos. El sonido producido por la voz es signo de dolor y de placer y por eso también los animales lo tienen, pues su naturaleza les permite sentir dolor y placer y dar a conocer ese sentimiento entre ellos; pero el lógos permite manifestar lo provechoso y lo nocivo, así como lo justo y lo injusto siendo atributo exclusivo del ser humano, a diferencia de otros animales, el tener conocimiento de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, etc. Y la participación en estas cosas es lo que da su origen a la sociedad doméstica y a la sociedad civil.»
Este pasaje central representa el punto de partida de una antropología y de una teoría de la acción comunicativa que puede medirse con la de Habermas aventajándola. El lógos griego, que significa tanto la acción de pensar como la de hablar (ratio et oratio, como diría Cicerón, jugando con las palabras, para reconstruir el viejo concepto griego que la ratio latina convierte en unilateralmente cognitivo) es lo que caracteriza y distingue al hombre del animal, por un lado, y de Dios por otro. Estudiar la facultad discursiva del ser humano es lo mismo que estudiar al propio ser humano, pues la facultad de palabra es la diferencia específica del ser humano y comprender al hombre es comprender lo que supone el hablar. Con esto se constituye la retórica, concebida como la investigación científica del uso de esa facultad, en lo que Jørgen Fafner llama una ciencia fundamental (Fafner [1997]), yo diría que el más fundamental de nuestros conocimientos teóricos.
Aun cuando Aristóteles comienza su tratado de retórica señalando que la retórica es la contrapartida (antístrofos) de la dialéctica -siendo la dialéctica, junto con la analítica, los nombres que Platón y Aristóteles utilizaran para referirse a lo que llamamos lógica- la tradición ha querido asociar la retórica a la poética más bien que a la lógica. Se ha dicho que la concepción occidental de la racionalidad y de la ciencia habrían sido muy diferentes si los escritos retóricos de Aristóteles hubieran sido clasificados entre los escritos que Andrónico de Rodas denominó Órganon, es decir entre sus escritos lógicos. Yo creo sin embargo que la explicación que cabe es justamente la inversa: la concepción de la ciencia, la racionalidad y la lógica dominante en Occidente, una concepción en la que la inspiración platónica ha mantenido una influencia decisiva hasta nuestros días, ha influído también en los compiladores que clasificaron los escritos aristotélicos. El desprecio platónico de la mera opinión cotidiana (dóxa) y su admiración por el pensamiento exacto de la matemática siguen vigentes en nues-tra cultura. La retórica, que parte de la actitud lingüística espontánea del hombre en su entorno, era menospreciada Platón.
Se nos ha enseñado a considerar a Aristóteles como el padre de la lógica y del lenguaje científico; pero cuando el Estagirita, en el pasaje citado, describe al lógos (entendido no ya como mera racionalidad, sino como facultad de expresar el pensamiento en palabras) como la propiedad diferencial del ser humano, no habla para nada de un conocimiento «verdadero». La capacidad del lógos supone en ese pasaje central la capacidad de distinguir entre lo justo y lo injusto, entre lo provechoso y lo perjudicial, más bien que entre lo verdadero y lo falso, a lo cual no alude explícitamente(4). Con esto, por lo menos en el pasaje citado, el lógos aparece unido para Aristóteles no a la razón teórica, sino a la razón práctica, a una forma de pensa-miento que no se dirige a la consecución de ningún conocimiento exacto o científico, sino a un conocimiento que oriente al ser humano en la elección de sus actos. El filósofo vuelve repetidas veces en sus escritos a esta distinción entre lo que él describe como «un conocimiento de aquello que no puede ser de otra manera» (el conocimiento científico) y «un conocimiento de lo que puede ser de otra manera» (el conocimiento del obrar), es decir entre lo que es dado por necesidad natural y aquello que depende de la actuación de los seres humanos (Ét. a Nic. {1112a 18 ff}, {1140a 30 ff} Ret. {1359 a 30 ff}). Pues cada forma de conocimiento exige su método especial, escribe en Ét. a Nic. {1094b 11 ss}. Lo sistemático y lo problemático son sectores diferentes del conocimiento que hemos de tratar de manera diferente (Ramírez [1995a] cap. V). Demostrar y deducir es una tarea lógica, razonar y elegir es una tarea discursiva y, por ende, retórica. Pensar lógicamente es como calcular o ir explicando lo que está dado. El discurso retórico en cambio supone razonar acerca de lo que puede llegar a ser y de lo que hay motivo suficiente para admitir. La lógica se ocupa de lo teórico y universalmente válido, la retórica se ocupa de lo práctico y de lo cotidiano y de lo probable. Con lo cual todo tipo de razonamientos acerca del obrar o el hacer, ya se trate de asuntos diarios, de política, de planificación y urbanismo, de tratamiento de problemas y situaciones concretas o de decisiones de diferentes clases, es objeto de actividad retórica, discursiva.
La primacía de la práctica
Oponer dicotómicamente la lógica a la retórica y la teoría a la práctica es, sin embargo, fomentar una falacia. En principio no existen ni la lógica ni la teoría en sentido propio, sino que el punto de partida de éstas es la práctica, la acción retórica. La propia teoría y la propia lógica son también resultado de una práctica intelectual, ya que una teoría y una ciencia tienen también que ser hechas y la lógica es un sistema formal que también se crea mediante una actividad retórica, reflexiva y deliberante. Incluso Gottlob Frege advirtió que, cuando los matemáticos discuten y razonan entre ellos, surge un discurso retórico. Sin el estadio previo de la lengua escrita no existirían sin embargo ni la lógica ni la ciencia.
La retórica como ciencia es el conocimiento de cómo el ser humano construye su mundo dia lógos, mediante el lógos. En principio era el Lógos. La retórica como arte es el uso de esa facultad de hablar que nos ha enseñado a pensar y que crea nuestro mundo humano. Eso es el factum verum (Vico [1710]): el ser humano sólo puede comprender lo que él mismo ha hecho, lo demás sólo es comprensible para Dios. El ser humano no tiene naturaleza sino que tiene historia. Retórica es el conocimiento del hablar y del decir, no de lo dicho, mientras que una teoría es siempre algo ya dicho o, más propiamente, ya escrito. Para la teoría y para la lógica vale estrictamente sólo lo dicho, las palabras. Éstas son tomadas como semánticamente unívocas y todo cálculo lógico exige que a cada significante corresponda solamente un significado a lo largo del proceso lógico. Todo lo que no sea metafísica de la presencia reificada es aquí inválido. Pero el ser humano es, como decía Protágoras, la medida de todo, tanto de lo dado como de lo que se oculta o no aparece. La retórica como el conocimiento de la actividad fundamental del ser humano se hace consciente y considera tanto lo que se dice como lo que no se dice. Pues también el callar o el dar de lado a un asunto es significativo; en cambio una semiótica del silencio es imposible, puesto que la semiótica exige como punto de partida un signo, siendo incapaz de manejar adecuadamente su ausencia. El silencio, lo omitido al ha-blar, puede ser entendido y tiene significado sólo para una investigación retórica (Valesio [1986], Ramírez [1995]). Mientras que para la semiótica lo más importante es el significante y en éste ve el semántico el representante aprehensible del significado, para la retórica tiene valor todo lo que se manifiesta o hace patente mediante el decir (dia lógos); pues la retórica no toma las palabras «al pie de la letra», ya que la retórica sabe que el lenguaje se yergue so-bre la ironía y que el decir dice siempre más y a menudo otra cosa que lo que parece decir. Por eso es constantemente necesario interpretar y reinterpretar lo dicho (Ramírez [1992]).
De lo dicho se desprende que la retórica, como yo la presento aquí, es propiamente una teoría de la acción humana, una teoría del hablar y del decir. Hablar es prãxis, decir es poíêsis. Se trata de entender lo que hacemos, no sólo lo que decimos con las palabras. Y así de las pala-bras se transciende a la Palabra, a la acción, no quedándose en el mero resultado de la acción. En este sentido la retórica se vislumbra como una teoría de, en primer lugar, el arte de hablar y, en sentido derivado o secundario, como una teoría del arte de decir: no una teoría de las palabras usadas, sino de la propia elección y uso de las palabras. Séneca consideraba la elo-cuencia como el arte de las artes y como el camino de acceso a cualesquiera otras artes. Para mí es la retórica el conocimiento de la actividad fundamental del hombre. Pues la actividad locutoria y el hecho de que el ser humano tiene la facultad de hablar están presentes en todas las demas actividades específicas del ser humano. Sin esa facultad no se habría desarrollado ninguna de las otras actividades humanas. Por eso no es tan absurdo o exagerado como al- guien quizá piense el considerar la retórica como una teoría de la acción.
El estudio de la retórica coincide pues con el propio discurso humano (Valesio [1986]). Pensar y hablar es la actividad fundamental presente o latente en cada actividad humana pero especialmente en actividades intelectuales y universitarias. Aprender una disciplina práctica y realizar la tarea a que esa disciplina va encaminada es una actividad que parte de una deliberación acerca de lo que se deba o no se deba hacer y acerca de la manera adecuada de llevar a cabo la tarea prevista. La retórica es el conocimiento de lo que es común a y está presente en toda acción humana, sin ser específico de ninguna acción concreta. Construir ciudades, curar enfermedades, organizar empresas o instituciones, toda actividad práctica de cualquier tipo, parte de un fondo común lingüístico-conceptual retórico. «Unos seres humanos lo hacen sin reflexionar o por costumbre, pero ya que puede realizarse de esta manera, también ha de ser posible estudiar su método. Pues podemos investigar por qué los que siguen su costumbre o actuan sin reflexionar en lo que hacen tienen éxito en su tarea. Y una investigación de esta índole es lo que llamaríamos un arte.» (Aristoteles Ret. {1354 6 ff}). «Otras artes buscan su materia en diferentes fuentes, pero lo que afecta al arte de hablar es inmediatamente accesible y afecta a la relación entre los seres humanos y a la comunicación cotidiana», dice Cicerón (Andersen [1995] 6.4). Toda acción humana, cotidiana o profesional exige una actividad racional que consiste en entender la situación, describir adecuadamente el problema y la tarea, deliberar acerca de lo que deba hacerse y proponer la manera adecuada de realizarlo. Este arte común de evaluar, juzgar y deliberar mediante el pensamiento y la palabra, de buscar el concepto adecuado y la expresión correcta para cada situación, es lo que la disciplina retórica se propone investigar. Por ello es la Retórica una disciplina humanista fundamental acerca de la acción humana que afecta a todas las otras actividades humanas, sean profesionales o no.

Retórica y filosofía
Algún lector se estará preguntando si no trato de otorgar a la Retórica un papel que tradicionalmente ha estado reservado a la Filosofía. La filosofía pretende también ser un saber que afecta a todos los demás conocimientos humanos. La filosofía es el saber del saber. En No-ruega se mantiene todavía hoy un examen philosophicum obligatoria para toda enseñanza superior, instaurado por iniciativa del filósofo Arne Næs. Mas a pesar del papel que se ha arrogado en todos los tiempos, desde los griegos hasta nuestros días, la filosofía se halla al margen de la mayor parte de las discusiones más importantes de nuestro tiempo(5).
La filosofía dice ocuparse de la teoría del conocimiento, de la lógica y de la ética. Pero una investigación a fondo muestra que la Teoría del Conocimiento que se profesa en nuestras instituciones de filosofía es solamente una teoría del conocimiento teórico. El que los términos «teoría del conocimiento» y «epistemología» se hayan convertido en sinónimos en las lenguas nórdicas y anglosajona es muy revelador, ya que epistemología significa etimológicamente teoría de la ciencia. La teoría del conocimiento práctico se llama Retórica y la retórica no tiene cabida en las instituciones de filosofía(6). La filosofía se dedica al conocimiento verdadero y un conocimiento de esa índole sólo se puede dar en la ciencia. «La filosofía busca la verdad en el mundo y detrás del mundo. La retórica se ocupa de la realidad que es creada por los hombres en el lenguaje», escribe Øivind Andersen (Andersen [1995] 6.4).
El instrumento del conocimiento téorico y de la ciencia es la lógica, un cálculo objetivo y en la actualidad además formalizado, que se desentiende del pensamiento práctico y de la acción. Pues esa lógica formal de la acción que von Wright y otros filósofos han intentado elaborar(7), no ha conducido a resultados de aplicación práctica. La lógica de la práctica se denomina también Retórica y la retórica no se deja reducir a cálculos formales.
Por lo que se refiere a la filosofía llamada práctica, la ética moderna huye de la acción como del demonio. La justificación de una acción se establece, según esta ética, o bien con referencia a su resultado (ética utilitarista) o bien a una regla preestablecida (ética deontológica). Pero la ética no puede consistir ni en obedecer a una regla ni en adaptarse a un resultado. Ética es teoría de la acción humana y lo que sea la acción justa en cada situación se decide en una deliberación racional, es decir en un discurso retórico. Retórica y ética son dos caras inseparables de la acción humana. La Ética, la Política y la Retórica establecen en la obra de Aristóteles un triángulo de hierro que da expresión a la filosofía práctica. Pero mientras que la retórica y la ética aristotélicas constituían dos aspectos complementarios de la frónêsis, desemboca la filosofía práctica moderna o bien en un callejón sin salida metaético que encajaría bien en la épistêmê aristotélica, o en una disciplina normativa que equivale a la téchnê. Eso de frónêsis le «suena a griego» a la filosofía universitaria de nuestros días.
Es sin embargo Isócrates, más bien que Aristóteles, quien en la Atenas del siglo V a. de Cr. defendía la íntima relación entre la filosofía y la retórica. El ideal de su escuela era la formación humana o paideía y esa formación se alcanzaba mediante una comprensión (frónêsis) que conlleva la facultad de elegir lo justo y de ser convincente en cada situación concreta (kairós). Para Isócrates es kairós uno de los conceptos centrales de la retórica. Pero debemos a Aristóteles el desarrollo de la concepción de ciudadanía (polîteía) y de comunidad (koinõnía). En su obra encontramos conceptos y elementos para una discusión moderna acerca de una sociedad del bienestar de carácter totalmente diferente al modelo de sociedad consumista y pesetero que nos ha tocado en suerte vivir.
La retórica de la retórica
En la sociedad moderna la denominación de "retórica» ha venido a referirse al discurso manipulador, como si hubiera discursos no retóricos. Retórica y ética se han venido a concebir como extremos opuestos. Cuando la retórica ha sido utilizada como método de análisis, se ha puesto al servicio de la agitación política o de la propaganda comercial. En el mundo universitario la ciencia de la literatura ha sabido utilizarla para sus análisis de textos. La filosofía práctica ha incorporado a veces algunos elementos de la retórica en una teoría de la argumentación que es una prolongación de la lógica. Diferentes escuelas lingüísticas como los sociolingüistas, han sacado también provecho de alguna parte del tesoro retórico. Cognitivistas y teóricos de la comunicación también se han aproximado a la perspectiva retórica. Por lo demás, la retórica se ha concebido como un arte de persuadir que simplifica y empobrece la riqueza de aspectos de una retórica fundamental. Ciertamente que todo acto comunicativo lleva implícito el intento de convencer, de la misma manera que apagar la sed es un efecto relacionado con la bebida, pero un efecto deseado no constituye sin más el ser de una acción o de una cosa. El luchar obcecada y unilateralmente por un fin aislado conduce a menudo a lo opuesto de lo que se pretendía. Esto exigiría sin embargo una disquisición más extensa de lo que me permite este artículo.
La retórica abarca una pluralidad de aspectos y no resiste que se la escinda sin que su núcleo esencial se pierda. Si pensamos, por ejemplo, en los tres elementos clásicos de la retórica que constituyen la base de todo discurso convincente (ethos, pathos, lógos) éstos no pueden ser utilizados cada uno de por sí, excluyendo a los otros, sin que el objetivo se vea malogrado. La efectividad retórica se determina mediante la atención coordenada a esos tres elementos inseparables. Algo semejante sucede con las partes tradicionales de la retórica, conocidas desde Herenio: inventio, dispositio, elocutio, memoria, pronunciatio. Si se toman en consideración como partes separadas e independientes, el discurso pierde su vigor y efecto. El orden del discurso o dispositio y su desarrollo práctico o elocutio exigen creatividad y genio (inventio), la inventiva no puede existir sin la memoria, y así sucesivamente. Esos elementos retóricos integrados en una totalidad no constituyen meras reglas sino que son llamadas de atención o sugerencias acerca de lo que es preciso tener en cuenta para analizar, entender o preparar situaciones de habla. Una preparación excesiva daña sim embargo la calidad del discurso. Un acto de habla resulta a menudo mejor si se desarrolla de una manera espontánea basada en una larga experiencia. De la abundancia del corazón habla la lengua. Estar dispuesto es más importante que estar preparado.
La retórica se concibe y se ha usado como instrumento analítico de crítica, lo que subraya su parentesco con la filosofía. Una regla de oro en filosofía es la que recomienda probar las tesis planteadas con esas misma tesis o lo que, citando Marx, podría formularse: «Las armas de la crítica no deben olvidar la crítica de las armas». Esta norma de acción intelectual conduce a veces a paradojas, pero es justamente a esas paradojas a lo que hay que estar atento. Aplicado a la retórica, dicha norma exige una investigación retórica de la retórica, es decir una investigación de la retórica de la retórica. Pues «nada cae fuera de la retórica, ni siquiera sus propios procedimientos» (Valesio [1986]).
Esta autocrítica o autoinvestigación nos hace justamente transcender de lo dicho al decir y del decir al hablar. Con otras palabras: conduce de la cosa a la acción. Es importante no dejarse engañar por sus propias palabras y comprender cómo los conceptos dan forma y a veces deforman nuestra realidad. Piénsese por ejemplo en el propio concepto de "concepto». Esa denominación nos lleva a creer que el concepto tiene un contenido, lo cual conduce a conclusiones catastróficas. Un concepto retórico aparece de este modo a una nueva luz. Un ejemplo de esto es la tópica, que para los investigadores alemanes de la literatura se refería a ciertas expresiones o formulaciones establecidas, pero que en un sentido más profundo se refiere a la manera de crear y utilizar esas expresiones o fórmulas (Viehweg [1963]). Otro ejemplo es el de la figuras o tropos, que durante largo tiempo ocupó el interés total de la retórica.
Haciendo retórica de la retórica alguien ha dicho que la palabra «metáfora» es una metáfora y que una teoría de la metáfora supone una metáfora de la teoría, algo que resulta más ingenioso que inteligible. Pero lo importante es quizá reconocer que lo que la retórica llama metáfora y metonimia, ambas son resultado de un desplazamiento metonímico. Metáfora y metonimia representan en realidad procesos mentales ocultos tras el resultado semántico a que se dedican los manuales de retórica al uso. Sin negar el valor de los muchos e inteligentes estudios que se han hecho acerca de la metáfora y de los pocos que se han hecho acerca de la metonimia, los dos conceptos retóricos tradicionales descubren, en una investigación atenta, una esencia más profunda que lo que una figura retórica al uso supone. En realidad se trata de procesos de creación conceptual. Quien vio esto bien fue Nietzsche. Pero ya Vico había indicado el camino y el psicoanálisis y la psicolingüística, especialmente Roman Jakbsson y Jacques Lacan, han ido allanándolo a través de intrincados parajes. Todo ello me llevó a mi a entender que Metáfora/metonimia es el mecanismo mental que crea nuestros conceptos y hace visible el sentido del mundo mediante el lógos (dia lógos). No es difícil mostrar que no sólo algunas palabras especiales sino todas las palabras de la lengua som creadas mediante una acción metafórica combinada con una búsqueda dinámica que es una acción metonímica (Ramírez [1995b][1992 & s.]. De esto y de la ironía como fundamentación del lenguaje y como paradoja existencial en sentido kierkegaardiano (Kierkegaard [1846]), me he ocupado en una parte de mi investigación retórica que he dado en denominar Fenomenología del Concepto y que todavía no ha transcendido del ámbito de las aulas y del seminario.

NOTAS
1.  El teorizar sobre un arte supone, sin embargo, a su vez un nuevo arte: el arte de teorizar, es decir el arte de formular y describir lo que se piensa de manera adecuada, inteligible y convincente.
2.  Cabe por lo tanto hablar más bien de heurística que de método predeterminado.
3.  No es nada extraño que la ética moderna tienda a reducirse o al utilitarismo o a la deontología, perdiéndose de vista la ética del obrar como tal, es decir la ética en el sentido que esta palabra tenía para su creador, Aristóteles.
4.  Es cierto que añade kaì t_n áll_n («y todo lo demás» o etcétera), pero lo significativo es que destaca los valores de la razón práctica y deja en el anonimato a los de la razón teórica.
5.  Esto es palpable en Suecia, donde la filosofía, encerrada en sus instituciones universitarias y dominada por el positivismo lógico, de una parte, y por el utilitarismo de la otra, no participa todavía en ninguno de los proyectos pluridisciplinarios modernos.
6.  En Dinamarca, donde ha habido más sensibilidad para estas cosas, hay una institución en Copenhague que se denomina Institución de Filosofía, Pedagogía y Retórica. Quintiliano se sentiría muy a gusto.
7.  Véase p. ej. su Logic of preference de 1963, o Norm and Action, que ha sido publicada al castellano por la editorial Tecnos en 1970 con el título de «Norma y acción. Una investigación lógica».
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Viehweg, Theodor [1963] Topik und Jurisprudenz, C.H.Beck'sche Verlag, München.


LA IMPORTANCIA DE HABLAR BIEN:EL ARTE DE LA LOCUCION

LA IMPORTANCIA DE HABLAR BIEN

Los seres humanos tenemos la necesidad vital de relacionarnos. Estas relaciones en el contexto social son posibles gracias a la comunicación, que implica entrar en relación con los demás y en un intercambio de pareceres, por cuanto que alternativamente somos emisores y receptores.
Comunicarse es, entonces, expresar o manifestar a los otros nuestros pensamientos, deseos y nuestras interpretaciones de las cosas y del mundo. Todo esto, sin embargo, no es posible sin el lenguaje, ya que es a través de éste que se establecen las relaciones de comunicación.
Ahora bien, ¿qué es entonces el lenguaje? Bueno, en un sentido amplio y hasta metafórico, se suele hablar del "lenguaje" de las flores, de las estrellas, de los cerros, etc. Los animales que viven en comunidad tienen, también, unos procedimientos de comunicación de gran sutileza, tal como ocurre en las abejas y las hormigas. Sin embargo, todo ello no es lenguaje en el sentido estricto.
El lenguaje viene a ser una actividad única y exclusivamente humana, el cual nos permite comunicarnos y relacionarnos con nuestros congéneres mediante la expresión y comprensión de mensajes. En otros términos, el lenguaje es la capacidad que toda persona tiene para comunicarse con los demás haciendo uso de signos orales, escritos o de otro tipo.
Este concepto de lenguaje, como puede entenderse, tiene una significación más amplia que la producción de sonidos articulados que conforman las palabras y frases. Así:
 Hay lenguaje a través de símbolos como las señalizaciones de tráfico, señales militares, etc.
 Hay lenguaje corporal como la mímica y los gestos.
 Hay lenguaje expresado a través de códigos lingüísticos, que es el más importante medio de comunicación humana, al que se denomina lenguaje oral o habla.1 
Esta última forma de lenguaje es la que se aborda en este libro. Viene a ser un acto personal en el que el hablante emite un mensaje empleando los signos y reglas que en un determinado momento necesita.
El lenguaje, entonces, es una cualidad muy importante del ser humano gracias al cual se comunica, conoce su pasado, puede analizar, interpretar y comprender su presente y, consiguientemente, proyectarse hacia el futuro como individuo y ser social.

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE EL HABLA?
Para destacar su importancia, cabe señalar en primer lugar, que los seres humanos vivimos inmersos en un verdadero océano verbal, en un mundo o una realidad social eminentemente competitiva, donde la palabra, en especial la expresada verbalmente, es
un factor decisivo que viene a constituir el puente, el lazo, el arma, el medio o instrumento importante de unión o desunión; de comprensión o incomprensión; de éxito, reconocimiento o indiferencia; de fracaso, frustración o marginación entre los seres humanos. En otros términos, el habla viene a ser un proceso vital que posibilita la comunicación con los demás, aumentando la oportunidad de vivir mejor en una sociedad como la actual.
Así pues, todos los seres humanos necesitamos del lenguaje verbal para expresar nuestras necesidades, pensamientos, sentimientos y emociones; lo necesitamos incluso para solucionar lo más elemental de nuestra vida: hambre, sed, abrigo, trabajo. También lo necesitamos para adquirir conocimientos, para abstraer y proyectarnos simbólica y realmente en el tiempo y espacio, así como para comunicarnos y adaptarnos al medio.
Todo esto podemos hacer gracias al lenguaje verbal; pero cuando hay defectos en esta cualidad se generan una serie de problemas que pueden limitarnos y marginarnos socialmente.
El lenguaje verbal, entonces, es un aspecto instrumental imprescindible para la vida de relación. Sin él el hombre es un ser socialmente mutilado, sin capacidad para proyectarse simbólicamente. También se le considera como un aspecto fundamental para el desarrollo de la inteligencia y para toda actividad cognoscitiva relacionada con la vida. Empero, es bueno señalar que esta cualidad no se refiere a un hecho puramente "mecánico", ni tampoco a algo que se adquiere o se da de una manera natural, como aprender a caminar, sino que es algo mucho más complejo, y que detrás de todo esto está el hecho de sentir y pensar bien, el tener personalidad y ser hombre.

EL NIÑO Y EL PODER DEL LENGUAJE
El niño desde que nace vive en un contexto eminen-temente verbal, donde personas, radio, televisión y otras mil y una formas de interrelación establecen los puentes verbales con él; es decir, el niño al nacer pasa del "baño amniótico" del vientre materno al "baño verbal" del ambiente social, que viene a ser el factor condicionante para la adquisición y desarrollo del lenguaje.
Ese ambiente social con sus manifestaciones de lenguaje, no sólo rodea al niño sino que hace que lo receptúe y asimile directamente, pues al niño se le habla desde el primer día de nacido junto con las demostraciones físicas de afecto: abrazos, besos, caricias y palabras tiernas casi cantadas.
Esta influencia del entorno sociolingüístico hace que el niño, en un principio, vaya asociando las verbalizaciones a situaciones de contacto humano y sentimientos de bienestar, constituyendo un fuerte incentivo para la adquisición del lenguaje. Posteriormente, a medida que progresa, va tomando conciencia sobre su valor instrumental para las demandas y solicitudes vinculadas con sus necesidades.
El niño, aproximadamente al octavo mes de nacido, va descubriendo que determinados tipos de vocalizaciones logran atraer a los adultos a su alrededor (función de llamada), lo cual comienza a explotar. En esto se puede observar el inicio de una relación de comunicación vocal que más tarde se constituirá en la médula de toda actividad verbal.
Al segundo año de vida, el niño descubre el poder de la palabra, en particular del "nombre". Se da cuenta de que con sólo nombrar objetos o acciones los adulto le obedecen, ya sea acercándole los objetos o realizando las acciones. Comple-mentariamente también obtiene respuestas verbales sobre el tema que propone, lo cual va enriqueciendo y facilitando su desarrollo lingüístico. Más adelante el niño pasará a usar esta cualidad como medio para "controlar" y "dirigir" las acciones de los demás y, luego, de sí mismo.
De esa forma, a diferentes etapas de adquisición corresponden motivaciones distintas para seguir adelante. Empero, las raíces profundas de esas motivaciones deben rastrearse en las relaciones afectivas en el seno familiar, ya que sin este soporte el lenguaje o no se desarrolla en todo su potencial, o se atrofia. De allí que el clima afectivo familiar y las oportunidades que brindan los padres para que el niño practique el lenguaje, son condiciones bá-sicas para que se instaure, se desarrolle o subsista dicha cualidad.
Así pues, gracias al lenguaje el niño va superando el aquí y el ahora; puede basarse en conocimientos de la experiencia para resolver los problemas corrientes y planificar el futuro. El lenguaje le permite también interactuar más plenamente con otras personas y compartir su mundo individual de fantasías, creencias, esperanzas y pesares.
De esta forma los seres humanos han venido empleando el lenguaje para crear civilizaciones inmensas y complejas, y siguen empleándolo para impulsar el progreso científico y tecnológico. Incuestionablemente, el lenguaje, el habla, es uno de los instrumentos de enorme importancia y poder.
EL LENGUAJE Y EL AJUSTE PSICOLÓGICO DEL NIÑO
Cuando la adquisición del habla se realiza dentro de un ambiente de seguridad, de amor y comprensión; cuando ese aprendizaje se da en un medio familiar sin tensiones, con padres maduros y felices, todos los obstáculos son simples y fácilmente superados por el niño, alcanzando las distintas etapas del desarrollo en un plazo esperado que puede variar, pero con una graduación segura en esa adquisición.
Así, los niños que proceden de hogares equilibrados, en los que los padres les brindan amor, seguridad, estimulación y comprensión, son por lo general niños felices que se expresan normalmente, seguros de sí mismos y con una amplia disposición para las relaciones con los demás. Esto hace que, también, tengan las mejores posibilidades para desarrollarse armónica e integralmente adaptándose en forma adecuada a su medio sociolingüístico.
En cambio, imaginemos la procedencia de aquellos niños o jóvenes que se sienten impedidos o afectados en esta cualidad que más nos humaniza, es bastante probable que procedan de hogares inadecuados o mal formados, donde los padres no se interesaron ni preocuparon por estimularlos y ayudarlos en la adquisición del habla, siendo esto, a veces o la mayor parte de las veces, la causa del defecto o trastorno del habla, y estos, por el hecho de no expresarse normalmente, son blanco de ironías, de rechazo, de "piedad" o "compasión", pasando por tensiones y frustraciones que afectan negativamente el desarrollo de su personalidad y ajuste social.
Por tanto, el desarrollo adecuado del lenguaje en el niño posibilita el desarrollo armónico de su personalidad, constituyendo un valioso instrumento o medio para el aprendizaje y la integración social. Pero, cuando hay defectos, el niño suele presentar desajustes en su desarrollo, generando ciertas reacciones comporta-mentales como la timidez, sentimientos de inferioridad, aislamiento y frustraciones que, en suma, conducen a la infelicidad.

 ¿QUÉ SUCEDE CUANDO HAY DEFECTOS EN EL HABLA?
Esta pregunta nos induce a interrogarnos en una forma extrema, ¿qué pasaría si no pudiéramos hablar con nuestra pareja, hijos u otras personas?, ¿qué sucedería si le estuvieran acusando de terrorista y usted no pudiera decir que no es verdad? Y si estuviera enfermo, ¿qué pasaría si no pudiera decir lo que le duele o lo que siente?
Todas estas preguntas nos hacen tomar conciencia sobre lo importante e imprescindible que es el lenguaje verbal en la vida de los seres humanos. Es por medio del lenguaje que podemos comunicarnos, informarnos, leer y comprender, trabajar y aprender todo lo relacionado con nuestra vida. Sin embargo, cuando hay defectos o trastornos en esta cualidad se producen serias interferencias y limitaciones en el desenvolvimiento y ajuste psicológico del afectado a su medio social.
Es el caso, por ejemplo, de los tartamudos, para quienes el defecto no sólo constituye un impedimento para el habla, sino también para sus vidas, ya que les impide seguir sus aspiraciones educacionales, vocacionales y su desenvolvimiento y reciprocidad social.
Para comprender y valorar mejor las consecuencias del defecto del habla, veamos el caso de un joven de 23 años de edad que acude a consulta psicológica debido a su tartamudez.
Él manifiesta lo siguiente:

"(En un restaurante...)... quería un café y una sabrosa torta que se exhibía en el mostrador, pero pedí un té y un pan ... porque sabía que si trataba de decir esas otras palabras iba a tartamudear mucho y no quería que se compadeciera de mí la señorita que me estaba atendiendo ...Odio el pan solo...

Desde niño me aislaba de mis compañeros de escuela por temor a que se burlaran de mí... No tengo amigos que me consideren ..., nunca he tenido enamorada debido a éste mi defecto".

En este relato podemos darnos cuenta de que el defecto no sólo es un impedimento del habla, sino también es una seria limitación para su desenvolvimiento en la vida, ya que ésto le impide manifestar libremente lo que desea, induciéndole a la frustración y al aislamiento social.
Esta situación dolorosa es rara vez comprendida por las personas normales. Las actividades cotidianas, tales como contestar el teléfono, preguntar o responder, dialogar con cualquier otra persona, etc., constituyen para los sujetos con este defecto una fuente de profunda preocupación, intranquilidad y tensión, convirtiéndose incluso en una verdadera "pesadilla". Para ellos todo marcha bien mientras no hablan, pero basta que sepan que tienen que hablar para que todo se les desmorone, les aflore tensión y el "pánico", bloqueando todos los aspectos de su personalidad, escondiéndose como consecuencia de esto en tics y trucos. No sé si conozcan ustedes la historia del torero apellidado Belmonte, que era tartamudo, él prefería enfrentarse al peor de los toros, al más feroz miura, que a tener que decir "buenas noches".
De acuerdo con estas referencias, ¿podemos dudar todavía sobre la importancia de hablar bien? Realmente ¡NO! El hablar bien y con buena voz, es la mejor cualidad que una persona pueda tener en un mundo como el que vivimos. Esto le permite comunicarse, sentirse activo y útil a sus semejantes; es decir, ser mucho más humano, ya que puede pensar, decir lo que siente y piensa, comprender y ayudar a los demás valiéndose del lenguaje.

FUNCIONES DEL LENGUAJE VERBAL
El lenguaje cumple una serie de funciones importantes en la vida de los seres humanos:
1. Función comunicativa: La función primaria del lenguaje es la comunicación. Los seres humanos tenemos una necesidad vital de relacionarnos y esto es posible gracias al lenguaje.
En este proceso de comunicación, el habla, constituye el instrumento decisivo de comunicación e interrelación social.
2. Función cognoscitiva: El lenguaje tiene también una función cognoscitiva; es decir, es un instrumento poderoso para el aprendizaje y la abstracción. Gracias al lenguaje podemos proyectarnos de lo concreto a lo abstracto, de lo proximal a lo distal.
Con la posición de esta cualidad el niño será capaz de elaborar sus primeras abstracciones y conceptos elementales, con los que va comprendiendo y dominando su medio ambiente. Pero, cuando hay defectos del habla, el niño tendrá dificultades para abstraer y, como tal, viene a ser una handicap para el rendimiento escolar y otras actividades cognoscitivas.
3. Función instrumental para satisfacer las necesidades inmediatas: El lenguaje verbal permite satisfacer las necesidades inmediatas como el hambre, la sed, el abrigo y es el medio más diecto y eficaz para pedir ayuda o auxilio frente a situaciones de riesgo o peligro. Sin esta cualidad pereceríamos.
4. Función personal: El hombre a través del lenguaje verbal puede manifestar o expresar sus opiniones, sentimientos, motivaciones, puntos de vista personales y aspiraciones, compartiendo, sentimientos, ideales y fantasías con los demás.
5. Función informativa: El lenguaje verbal nos permite obtener información de lo que ocurre a nuestro alrededor y en el mundo en que vivimos, contribuyendo a la solución de los problemas, anticipándonos y adaptándonos a los cambios.
De ese modo, el lenguaje verbal o habla nos permite vivir más satisfactoriamente.
6. Función adaptativa: El lenguaje verbal o habla permite al individuo adaptarse adecuada y competentemente al medio social. Esto es, facilita el ajuste y la autorrealización de la persona, lo cual se traduce psicológicamente en bie-nestar o malestar. El malestar se produce precisamente por causa de los defectos en el habla, constituyendo una limitación para la vida, tal como ocurre con los afectados por la tartamudez.
7. Función reguladora del comportamiento: El lenguaje tiene una función importante como regulador del comportamiento del individuo a través del lenguaje interior y, también, una función "controladora" sobre el comportamiento de los otros, a través del lenguaje externo. Esto le permite al niño, como al adulto, establecer y mantener las relaciones sociales.
Estas son, entre otras, las funciones más importantes del lenguaje verbal, caracterizándose por ser un valioso instrumento de comunicación y del pensamiento.



________________________________________1. En el lenguaje se deben distinguir dos aspectos fundamentales: la LENGUA y el HABLA. La LENGUA es un modelo general y constante que existe en la cultura de todos los miembros de una comunidad idiomática determinada. El HABLA es la realización concreta que cada miembro de esa comunidad idiomática hace de la lengua en un lugar y momento determinado.


martes, 12 de noviembre de 2019

FONETICA ARTICULATORIA

3.1. DEFINICIÓN DE FONÉTICA ARTICULATORIA Y DE FONÉTICA ACÚSTICA
A) La fonética articulatoria estudia la producción de los sonidos articulados de una lengua desde el punto de vista de los órganos que los producen.
B) La fonética acústica estudia los sonidos articulados de una lengua desde el punto de vista de la percepción que de ellos tiene el oído humano y de su transmisión física.
3.2 FONÉTICA ARTICULATORIA
Tres son los órganos principales que intervienen en la fonación de los sonidos articulados:
Tres órganos intervienen en la producción de los sonidos:
1)            Órgano respiratorio o cavidades infraglóticas
2)            Órgano fonador o cavidad laríngea
3)            Cavidades supraglóticas

3.2.1. CAVIDADES INFRAGLÓTICAS (ÓRGANO RESPIRATORIO)
             Son las que sirven para respirar.
             Está compuesta de tres órganos: pulmones, bronquios y tráquea.
             Los pulmones realizan dos movimientos: inspiración (el aire entra dentro) y espiración (el aire sale fuera).
             El aire de los pulmones sale por los bronquios y de ahí entra a la tráquea, que finalmente desemboca en la laringe.






3.2.2. CAVIDAD LARÍNGEA
                La laringe se encuentra encima de la tráquea.
                La laringe está compuesta de 4 cartílagos:
             El cricoides (en forma de anillo, forma la base)
             El tiroides (la parte que sobresale, conocida como nuez)
             Dos aritenoides (unidos al cricoides)


1.            En el interior se encuentran las cuerdas vocales. Son dos tendones situados horizontalmente. Se encuentran unidas en el interior del tiroides. Cuando las cuerdas vocales están abiertas, el espacio que queda entre ellas se llama glotis.
2.            Mediante el movimiento de los aritenoides, las cuerdas vocales pueden adoptar diferentes formas. Cuando las cuerdas vibran, los sonidos son sonoros (todas las vocales y algunas consonantes, como la /b/, /d/, /g/, etc.).
3.            Si las cuerdas vocales no vibran, los sonidos son sordos, como la /p/, /t/, /k/, /s/, /x/, /θ/, etc.
4.            El causante de la vibración de las cuerdas vocales es la presión del aire: En principio, la glotis está cerrada. El aire empuja desde abajo. Los bordes inferiores se separan, el aire pasa entre las cuerdas vocales. Por su elasticidad, las cuerdas se cierran por la parte de abajo. Esta oclusión se desplaza hasta lo alto. Este movimiento se repite una y otra vez, varias veces cada segundo.
5.            La frecuencia vibratoria de las cuerdas vocales y la frecuencia de las ondas sonoras que se origina son iguales.
3.2.3. CAVIDADES SUPRAGLÓTICAS
Los órganos principales de articulación




             Después de pasar por la zona laríngea, el aire entra en la faringe laríngea y, finalmente, la faringe oral.
             La siguiente zona se llama velo del paladar. La acción del velo del paladar determina que el aire pase por dos zonas distintas: la cavidad bucal y la cavidad nasal.
             Si el velo del paladar está cerrado (adherido a la pared faríngea), el aire escapa por la cavidad bucal, y se producen los sonidos orales, como la /p/, /s/, /g/, etc.
             Si el velo del paladar está abierto, el aire asciende a la cavidad nasal, y se producen los sonidos consonánticos nasales, como la /n/, /m/, /ñ/. También se producen los sonidos vocálicos nasales.
             En la cavidad bucal, el mayor de los órganos fonadores, se producen la mayoría de los sonidos, gracias a las diferentes cavidades de resonancia que actúan como filtros.
             En la zona superior de la cavidad bucal se encuentra el paladar, que se divide en dos partes: paladar duro y paladar blando. El paladar duro se divide a su vez en prepaladar, mediopaladar, y postpaladar.
             El paladar blando o velo del paladar se divide en zona prevelar y postvelar.
             En la parte inferior se encuentra la lengua. La punta de la lengua se llama ápice, el cuerpo recibe el nombre de dorso y, en el extremo posterior, se encuentra la raíz. El dorso, a su vez, se divide en predorso, mediodorso y postdorso.
             En la zona de los dientes, tenemos los incisivos superiores y los incisivos inferiores. Entre los incisivos superiores y el paladar duro se encuentra una zona de transición: los alveolos.
             En la zona externa se hallan los labios.

3.3. CLASIFICACIÓN ARTICULATORIA DE LOS SONIDOS DEL LENGUAJE
3.3.1. POR LA ACCIÓN DE LAS CUERDAS VOCALES
•             Si las cuerdas vocales vibran, se producen los sonidos sonoros.
•             Si las cuerdas vocales no vibran, se producen los sonidos sordos.
•             Según la fuerza articulatoria, las consonantes sordas se llaman fuertes, y las sonoras se llaman débiles.
3.3.2. POR LA ACCIÓN DEL VELO DEL PALADAR
•             Los sonidos pueden ser orales o nasales
3.3.3. POR EL MODO DE ARTICULACIÓN
•             El modo de articulación es la modificación que el grado de abertura o de cierre de los órganos articulatorios produce en la corriente del aire fonador.
•             Las vocales: se producen porque la abertura es completa y el paso del aire es libre. Las cavidades supraglóticas modifican el timbre laríngeo.
•             Si el paso del aire se estrecha en algún lugar de la cavidad supraglótica, o si se cierra, entonces se producen las consonantes.

3.4. OCLUSIVAS/EXPLOSIVAS/INTERRUPTAS/MOMENTÁNEAS: /p, t, k/ [b, d, g]
Estos sonidos se producen en dos fases:
1.            En la primera fase, el aire se detiene debido a un obstáculo que cierra la salida
2.            En la segunda fase, el obstáculo se abre, y el aire es expulsado de forma repentina. Este momento se llama explosión

3.5. FRICATIVAS/CONSTRICTIVAS/CONTINUAS: [ Ѣ, đ, ǥ,  f ]

El sonido se produce por medio de un estrechamiento de los órganos articulatorios, sin que estos lleguen nunca a juntarse.
3.6. AFRICADAS/SEMIOCLUSIVAS: / ĉ / / ʧ /
Se producen en dos momentos:
1.            Momento de oclusión (el aire no puede salir).
2.            Momento de fricación (el aire sale a través un paso estrecho).

3.7. CONSONANTES NASALES: [ m, n, -m  -m̬,  , ŋ, n̬ ]

Cuando la cavidad bucal está cerrada y el pasaje nasal abierto
3.8. LÍQUIDAS: / l, ʎ, r, r̅ /  
El grado de abertura es tan grande que se aproximan a las vocales. Pueden ser de dos tipos
a)            Líquidas laterales: el aire sale por un lado, o por los dos, de la cavidad bucal
b)           Vibrantes: se produce una o varias oclusiones brevísimas (vibraciones) entre el ápice de la lengua y los alveólos.
3.9. POR EL LUGAR DE ARTICULACIÓN
•             El lugar de articulación es donde se aproximan o se ponen en contacto dos órganos articulatorios para producir el cierre o la abertura del conducto vocal.
•             Por el lugar de articulación las vocales se clasifican en anteriores, centrales y posteriores.
Las consonantes se clasifican en
1)            Labiales: [p, b, m]
2)            Labiodentales [f]
3)            Linguodentales o dentales [t, d, ņ, ļ]
4)            Linguointerdentales o interdentales [ð, θ, n, l]
5)            Lingualveolares o alveolares [s, n, r, ř, l]
6)            Linguopalatales o palatales: AFI: [ʧ, ĵ, ʎ, ɲ]; RFE: [ĉ, y, n̬, l ̬]
7)            Linguovelares o velares [k, g, x, ŋ]
Para definir un fonema, hay que atender cuatro aspectos:
1)            El modo de articulación
2)            El lugar de articulación
3)            La acción de las cuerdas vocales
4)            La acción del velo del paladar



3.4. ACÚSTICA DEL SONIDO
Los sonidos se transmiten a través del aire en forma de ondas sonoras. El órgano del oído se encarga de registrar esas ondas sonoras, y las interpreta transformándolas en señales nerviosas que envía al cerebro. Éste se encarga de codificarlas para formar la percepción de los sonidos.

3.4.1. LAS ONDAS SONORAS
             Las ondas del sonido realizan un movimiento pendular. El tiempo que emplea en cada ciclo se denomina período de vibración. El número de ciclos que realiza una onda por segundo se llama frecuencia.
             La frecuencia se puede medir  por “ciclos por segundo” (cps.) o por hertzios (o kilohertzios).
             La anchura de la onda se llama amplitud. Cuanto mayor es la potencia de la onda, mayor será su amplitud.
             La intensidad de un sonido está en función de la amplitud y de la frecuencia.



3.4.2. LA ONDA COMPUESTA
             El sonido lingüístico es siempre una onda compuesta, es decir, la suma de un número determinado de ondas simples.
             Cada onda simple combinada con otra se llama armónico.
             El armónico de menor frecuencia es el que lleva la frecuencia fundamental. Además, el contraste (la diferencia) que se produce entre la frecuencia fundamental  y las otras frecuencias se denomina tono. La frecuencia fundamental en el nivel de la oración se llama entonación.
             El número y la configuración de los armónicos da lugar a lo que se conoce como timbre de un sonido. Cuando los armónicos de mayor amplitud son los más bajos, el timbre es grave, mientras que si son los superiores los que tienen una amplitud mayor, o hay una concentración de armónicos de amplitud considerable en las frecuencias superiores, el timbre es agudo.
Cuando los armónicos superiores son múltiplos del armónico de frecuencia fundamental se genera una onda compuesta periódica. Si no es así, la onda que se produce es aperiódic

ESTRUCTURA TEMATICO DEL DISCURSO


Estructura del discurso
ESCUELA  DE ORATORIA Y LOCUCIÓN ONISS


El discurso es una praxis que se desarrolló en los años 1960 en la antropología, la lingüística, la sociología, la filosofía, y la psicología, y después también en otras disciplinas, como la historia, el estudio de la comunicación y el psicoanálisis.
Dado la multiplicidad de los enfoques, el discurso se puede definir como una estructura verbal, como un evento comunicativo cultural, una forma de interacción, un sentido, una representación mental, un signo, etc. Tanto el discurso hablado como el discurso escrito (texto) se consideran hoy en día como una forma de interacción contextualmente situada.
Como estructura verbal, un discurso es una secuencia coherente de oraciones. La coherencia global se define por los temas o tópicos que se expresan por ejemplo en los titulares o los resúmenes del discurso.
El discurso es el razonamiento extenso dirigido por una persona a otra u otras, es la exposición oral de alguna extensión hecha generalmente con el fin de persuadir. La brevedad no implica que el discurso tenga que ser necesariamente corto, sino que no debe extenderse más allá de lo estrictamente necesario (ir "al grano", evitar rodeos que tan sólo dificultan la comprensión y terminan aburriendo).
Un discurso es una reflexión. El Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia nos ayuda a entender que un discurso es la facultad de usar la mente (el razonamiento) para reflexionar o analizar los antecedentes, principios, indicios o señales de cualquier asunto con el fin de entenderlo. Por lo tanto, cuando reflexionas, estás discursando, es decir, aplicando tu inteligencia, para entender un tema y hasta para ser capaz de explicarlo inteligentemente a otras personas. Es una tarea que realizas en el interior de tu mente, una línea de razonamiento que sigues al deducir los asuntos.
Ahora bien, cuando expones los resultados de esas reflexiones, ya sea ante una o varias personas para proveerles la información o para que te ayuden a reflexionar aún más profundamente, decimos que estás presentando un discurso público o delante de ellas, lo que significa que los que te escuchan usan su inteligencia para entender lo que dices. Ese es el sentido principal que le damos en Oratorianet.com para diferenciarla claramente de la conferencia.
Por lo tanto, un discurso es una línea de razonamiento que te ayuda a discernir o entender un asunto, así como para explicarlo a otros. Cuando lo haces delante de otros se llama discurso público, para lo cual le añades un comienzo que despierta el interés en lo que dirás, y una conclusión que mueva a actuar.
CAPÍTULO I
Un discurso es un acto de habla, y por tanto consta de los elementos de todo acto de habla: en primer lugar, un acto locutivo o locucionario, es decir, el acto de decir un dicho (texto) con sentido y referencia; en segundo lugar, un acto ilocutivo o ilocucionario, o el conjunto de actos convencionalmente asociados al acto ilocutivo; finalmente, un acto perlocutivo o perlocucionario, o sea, los efectos en pensamientos, creencias, sentimientos o acciones del interlocutor (oyente).
El discurso es el razonamiento extenso dirigido por una persona a otra u otras, es la exposición oral de alguna extensión hecha generalmente con el fin de persuadir, y que ella como dijimos se encuentra conformada por tres aspectos que son:
Tema o introducción del discurso, desarrollo y conclusión.
En primer lugar, tenemos el tema del discurso, el cual debe ser tejido en el telar de las experiencias, debe estar copado de detalles, ilustraciones, personificaciones, dramatismo y ejemplos en algunos casos; y todos estos expresados con términos familiares y concisos los cuales den la comprensión y el entendimiento adecuado; en donde lo que se quiere decir sea entendidos por todos. El discurso es un evento comunicativo social, realizado mediante el empleo de elementos lingüísticos. Es el mecanismo más efectivo para entablar comunicación con un determinado público; por ende, debe haber un vínculo previo entre el orador, y el oyente o auditorio.
Características del discurso
·         Entretener. Busca en el auditorio una respuesta de agrado, diversión y complacencia, con el propósito predominante de hacer olvidar la vida cotidiana con sus pequeños sucesos y sus apremios basados en el humor. Ofrece grandes ventajas, tanto al emisor como a los receptores, debido a la narración y a la expresión cultural que se utilice.
·         Informar. Persigue la clara compresión de un asunto, tema o idea que resuelve una incertidumbre. Su principal objetivo es de ayudar a los miembros del auditorio para que estos pretendan ampliar su campo de conocimiento. Su característica principal de este discurso es llevar a cabo la objetividad.
·         Convencer. Es influir sobre los oyentes acerca de verdades claras e indiscutibles que de poder ser probadas y comprobadas.
·         Argumentar. Lo que constituye una operación lógica que emplea elementos cognoscitivos y racionales; creando una actitud libre y reflexiva, con la ausencia de elemento positivo.
·         Persuasión. Aspira una respuesta de adhesión o acción; en donde se define como un medio de influenciar la conducta a través de llamamientos dirigidos primariamente a emociones, constituye en la comunicación verbal un elemento clave ya que es la característica que se vale de las tres anteriormente mencionadas. Donde se manipula al individuo según sea su conveniencia.
·         Propósitos del discurso. Se considera a la respuesta precisa que el orador o el emisor desea obtener del auditorio, que desea que se le cumplan sus necesidades, por lo que el orador trata de obtener la comprensión de sus receptores para que haga, comprenda y disfrute del mensaje que le ha proporcionado el emisor.
CAPÍTULO II
El discurso no tiene por qué ser una pieza literaria, lo que sí debe primar es la claridad.Al ser escuchado (y no leído) el público no tiene tiempo de analizar detenidamente el lenguaje utilizado, la estructura de las frases, etc.Además, en el supuesto de no entender una frase no va a tener la posibilidad de volver sobre ella.Todo ello lleva a que en el discurso deba emplearse un lenguaje claro y directo, frases sencillas y cortas. Hay que facilitarle al público su comprensión.Para terminar, señalar algunos aspectos importantes:• Independientemente del tema que se vaya a tratar, hay que procurar que el discurso resulte atractivo, novedoso, ágil, con gancho, bien fundamentado, interesante.• Debe primar siempre la idea de la brevedad (el público lo agradece). La brevedad no implica que el discurso tenga que ser necesariamente corto, sino que no debe extenderse más allá de lo estrictamente necesario (ir "al grano", evitar rodeos que tan sólo dificultan la comprensión y terminan aburriendo).
LA Estructura del Discurso se divide en tres:
·         A. Introducción o saludo (plantea el tema que se va a abordar y la idea que se quiere transmitir).
·         B. Desarrollo (se presentan los distintos argumentos que sustentan la idea).
·         C. Conclusión (se resalta nuevamente la idea y se enumeran someramente los argumentos utilizados).
A. INTRODUCCIÓN O SALUDO:
·         1) El orador o participante tomará una posición firme, decidido, con porte, mirando fijamente a su interlocutor; procederá a saludar, pero guardando siempre el orden jerárquico de ciertas personalidades que se encuentran en el lugar.
·         2)  Luego tendrá como objetivo plantear el tema que se va a abordar y la idea que se quiere transmitir, y ubicar al auditorio, en el lugar mismo donde se desarrollarán los hechos o acontecimientos.
·         3)  Es necesario y elegante que el orador haga pensar al auditorio, utilizando citas, ejemplos, pensamientos o experiencias personales, pero todo ello debe tener una relación con el tema que se va a tratar; se utilizará este método para que nuestro discurso sea entretenido y no monótono y frío; es interesante mantener al receptor en una constante atención, de tal forma nos evitaremos pronunciar el nombre del tema.
·         4)  Nuestro discurso se pone más interesante cuando el auditorio procura adivinar qué tema va a tratar; si utilizamos este método en la medida que vamos hablando, más atención habrá de parte del receptor; lo importante de esta introducción es que debe ser interesante; debe gustar el orador y ésta no debe pasar de 3 minutos.
·         5)  Para un discurso el orador no debe utilizar estas frases: bueno, bien, disculpe, etc.; ni tampoco frases de falsa modestia como éstas: trataré de hacerlo bien.
·         6) En estos casos el orador da una impresión muy pobre de su personalidadEvitemos cansar al receptor con muchas palabrerías; la sinceridad, la verdad verdadera y no los conocimientos y soberbia causarán un fuerte impacto, y el orador se convertirá en una persona agradable e interesante.
B. DESARROLLO O CUERPO DEL DISCURSO:
·         1) Quizás es la parte más importante del discurso, por la capacidad del conocimiento intelectual que tenga el orador sobre el tema y su inmensa capacidad de memoria, que será muy valiosa en un determinado momento.
·         2)  CICERÓN no se equivoca cuando llama a la memoria tesoro de todas las cosa; así mismo, como es de nuestro conocimiento todos los problemas o desarrollos sociales tienen sus raíces históricas, sean nacionales e internacionales, políticas, culturales, científicas, etc., lo que significa que será necesario, cuando abordemos un tema, tener en cuenta esta recomendación, quiere decir, hacer una reseña histórica sobre el tema, y aquí la importancia de su conocimiento y preparación intelectual, como la capacidad de memoria.
·         3) Por lo que es necesario que como alumnos de oratoria estén interesados en todos los problemas mencionados, para de allí tener argumentos válidos y sustanciosos y lograr una exposición dinámica motivadora del emisor hacia el receptor.
C. CONCLUSIÓN:
·         1) El orador, luego de haber motivado al receptor, dará por finalizado su discurso utilizando las famosas arengas, ya que ellas se utilizan endiscursos combativos y persuasivos con el fin de enardecer y estimular sus nobles sentimientos a la motivación profunda.
·         2) EL ORADOR DIRÍA "¡VIVA EL PERÚ! ¡VIVA LA JUVENTUD!"
·         3) SIEMPRE LEVANTANDO LOS BRAZOS Y CON VEHEMENCIA.
·         4) NOTA. El orador, luego de haber expuesto su discurso, será necesario que no utilice esta frase; por ejemplo "PARA TERMINAR", HE DICHO".... todo ello demuestra incapacidad para concluir un discurso.
No obstante, el discurso no debería ser necesariamente una herramienta asociada con el poder. También la utilizan los maestros para impartir instrucción, incluidos los que capacitan al personal de las empresas. De hecho, si todos los padres de familia se valieran de los principios que rigen el arte de preparar y presentar discursos, lo cual implica familiarizarse con ciertos principios de motivación y relaciones humanas, seguramente lograrían mejores resultados al comunicar sus enseñanzas a sus hijos.
También se valen del discurso los vendedores, las secretarias, los médicos, abogados, ingenieros, científicos, periodistas y demás profesionales y técnicos que sirven a la comunidad de muchas otras maneras en toda clase de puestos de responsabilidad, que no necesariamente van tras el poder político, religioso o comercial. En otras palabras, el discurso bien empleado es en sí mismo una herramienta eficaz de comunicación, y el que algunos lo hayan utilizado exclusivamente con el objetivo de manipular, acumular poder o dominar a otros denota lo peligroso que puede resultar en manos de gente inescrupulosa, inmodesta o carente de humildad.
·         La arenga: se dirige propiamente al corazón, teniendo por objeto persuadir y mover los ánimos; su mérito y su belleza consisten en ser viva, animada, interesante, fuerte y enérgica.
·         El discurso: va directamente al entendimiento, proponiéndose explicar e instruir; su mérito principal consiste en ser claro, exacto y elegante.
·         La oración: trabaja en preparar y disponer la imaginación, fundándose su plan comúnmente en la alabanza o la crítica, y consistiendo su belleza y su mérito en ser noble, delicada, y su estilo elocuente.
·         Acto locutivo: Es un acto consistente en decir algo.
·         Acto ilocutivo: Es un acto que se realiza al decir algo.
·         Acto perlocutivo: Perlocutivo son los efectos o consecuencias que producen los actos ilocutivo.
·         Actos asertivos o representativos: el hablante niega, asevera o corrige algo, con diferente nivel de certeza. Ejemplo: "Si, por supuesto que pienso así".
·         Actos directivos: el hablante intenta obligar al oyente a ejecutar una acción. Ejemplo: "Deben terminar sus tareas para mañana".
·         Actos compromisorios: el hablante asume un compromiso, una obligación o un propósito. Ejemplo: "prometo que no voy a fallarte".
·         Actos declarativos: el hablante pretende cambiar el estado en que se encuentra alguna cosa. Ejemplo: "Los declaro marido y mujer".
·         Actos expresivos: el hablante expresa su estado anímico, el de los asuntos de la vida. Ejemplo: "Hoy, la verdad, no me siento bien".
·         nivel locutivo o locucionario (lo que se dice)
·         nivel ilocutivo o ilocucionario (lo que se quiere hacer con lo que se dice)
·         nivel perlocutivo o perlocucionario (la influencia de lo que se dice en el receptor).
·         Alocución: (del latín allocutio, -onis = hablar en público) Discurso breve que ese caracteriza por cumplir una función introductoria en ciertos eventos como celebraciones, actos, inauguraciones, etc.
GLOSARIO (cont.)
·         Arenga: (probablemente es un término que viene del gótico = reunión del ejército) Discurso pronunciado en tono solemne con el propósito de enardecer el ánimo de los que escuchan.
·         Conferencia: (Del latín conferentia, Conferre = llevar junto con) Disertación en público sobre un tema de carácter político, literario, científico, se caracteriza por la preparación exhaustiva del tema por parte del conferenciante. Público especializado en el tema.
·         Disertación: (del latín: dissertatio, dissertare= entretejer) Discurso o exposición ordenada de un tema o punto particular de una materia más amplia.
·         Charla: (probablemente del italiano: ciarlare) Disertación distendida y sencilla con el fin de divulgar una experiencia particular, un punto de vista sobre un tema. Público general.
·         Homilía: (del griego Homilía= reunión). En la liturgia católica, es el comentario de tono cercano y sencillo que se hace en la misa sobre la lecturade la Biblia.
·         Mitin: (del inglés meeting = reunión) Este discurso se caracteriza porque el emisor expone ardientemente una idea o reivindicación social o política.
·         Perorata: (Del latín perorare = hablar o hacer un discurso) Discurso o razonamiento inoportuno, cuyo resultado llega a ser fastidioso para el auditorio o receptor.
·         Sermón: (Del latín sermo, -onis = conversación, diálogo) es un discurso que se caracteriza por presentar una predicación de carácter religioso o moral. Suele tener una finalidad didáctica, promueve mandatos y normas de conducta para los receptores.
·         Filípica: (de Filipo, rey de Macedonia, contra el que Demóstenes pronunció muchos discursos) Discurso violento contra alguien.
·         Monólogo teatral: Expresión de un discurso a un público en el contexto de una creación teatral. El personaje expresa sus reflexiones, sentimientos y pensamientos, de carácter íntimo, subjetivo y generalmente apela a la función poética del lenguaje. El personaje, ente
GLOSARIO (cont.)
de ficción, abandona la actitud dialogante con los otros personajes que intervienen en la obra.
·         Aparte: Discurso que se desarrolla en una obra teatral y cuya principal característica es que es un comentario aislado que realiza un personaje al margen del diálogo.
·         BERNÁRDEZ, E. (comp): Lingüística del texto, Madrid, Arco/Libros, 1987.
·         BROWN, G. y G. YULE: Análisis del discurso, Madrid, Visor, 1993.
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·         Discurso de Salvador Allende, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975
·         BASSOLS, M. y A. M. TORRENT: Modelos textuales. Teoría y práctica, Barcelona, Octaedro, 1997.
·         CASSANY, Daniel: Construir la escritura, Barcelona, Paidós, 1999.
·         CASTELLÓ, M. (coord.): Escribir y comunicarse en contextos científicos y académicos.
·         Conocimientos y estrategias, Barcelona, Graó, 2007.
·         FIGUERAS, C.: Pragmática de la puntuación, Barcelona, Octaedro, 2001.
·         FUENTES RODRÍGUEZ, C.: Lingüística pragmática y análisis del discurso, Madrid, Arco/Libros, 2000.
·         LOZANO, J., C. PEÑA-MARÍN y G. ABRIL: Análisis del discurso. Hacia una semiótica de la interacción textual, Madrid, Cátedra, 1993.
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